La Reserva de buena genética Angus

La cabaña de la familia Castro es un gran ejemplo de cómo la inversión y el trabajo apasionado genera grandes resultados. Tras haber logrado dos grandes campeonatos de Angus en Palermo, el desafío es mantenerse a la vanguardia de la raza. “Siempre tratamos de incorporar nuevas líneas de sangre para ofrecer opciones al productor comercial”, explica el veterinario Mariano Castro

 

Ganar en Palermo es difícil, y hacerlo en Angus, la raza más importante y con más animales de la Argentina, es una tarea más compleja todavía. Ahora, lograr un bicampeonato en la pista central de La Rural ya se convierte en un privilegio de un muy apretado grupo de cabañas -son apenas cinco-. Y La Reserva lo hizo.

“Lo que pasa a partir de que ganás en Palermo es que te empiezan a mirar con otro ojos. Yo lo hable con mis viejos y con Daniel (García, el cabañero), apenas terminamos de festejar en la pista: les dije que habíamos llegado a lo máximo, y que eso nos obligaba a trabajar todavía más porque a partir de ese momento necesitábamos mantenernos y superarnos”, recuerda Mariano Castro a cinco años y un puñado de días de haber logrado el bicampeonato en la principal pista del país con el imponente Serrucho.

“Te puede ir mal o bien en una exposición, porque los jurados tienen sus gustos, pero uno no puede perder de vista lo que quiere hacer y lo que le gusta hacer. Y en eso estamos nosotros, en que nuestra hacienda tenga una marca registrada y en hacer un tipo de animal bien diferenciado: que uno vea un ternero y los toros más adultos, y vea lo mismo, que todos sean del mismo biotipo”, explica el veterinario.

“La Reserva es un equipo de trabajo familiar. Yo soy la cara visible, pero el mérito es de todos, con mis viejos a la cabeza”, dice Mariano

Eso, claro, tiene que ir complementado con la incorporación de nuevas líneas de sangre para que los criadores comerciales tengan más opciones. “Siempre tratamos de dar un paso adelante para tratar de ofrecer un nueva salida. Si yo me quedara haciendo únicamente hijos de Serrucho o propios hermanos, sería un suicido comercial”, dice.

“Entonces la idea es aportar nuevos padres, a veces nos va bien, otras muy bien y otras no tanto”, completa.

15 años

La trayectoria de la cabaña de La Reserva empezó en 2006, y fue como consecuencia de la decisión tomada de comenzar a producir sus propios toros. “Teníamos un rodeo puro controlado y nos habíamos inscripto en el programa de Madres Angus Seleccionadas (MAS), por eso compramos vacas de pedigree”, cuenta.

“Empezamos con la cabaña apostando a la genética y por la pasión que tenemos por los animales no fue surgiendo el gustito por salir a exposiciones, competir, vender, hacer que sea un buen negocio. Porque hay como un tabú respecto a la rentabilidad de la cabaña. Y tempranamente nos encontramos con los frutos”, indica el veterinario en referencia a las cucardas obtenidas en los primeros años (el bicampeonato de Palermo coincidió con el décimo aniversario de La Reserva).

“Empezamos con la línea de Tres Marías de Gutiérrez. A esa base comenzamos a meterle algo de nuestro gusto en toros. Varias veces viajamos a Estados Unidos a buscar padres. Y estamos continuamente tratando de probar padres nuevos. Siempre sobre la línea de familias sólidas y muy productivas, como es la de madres que obtuvimos comprando en lo de Gutiérrez”, contó Mariano que se encarga de la pata ganadera de la empresa familiar.

Mariano y el festejo junto al cabañero Daniel García tras la consagración de Serrucho en Palermo

El campo de los Castro está ubicado en el kilómetro 569.5 de la ruta 3, en la localidad de Aparicio, partido de Coronel Dorrego, una zona apta para los granos. “Nosotros tratamos de convivir con la agricultura y hacerla también en función de la ganadería. Pero por eso necesitamos darle valor agregado a la que hacemos y así fue que pegamos un salto fuerte en lo que es pedigree, que es otro valor comercial”, describe.

En La Reserva en este 2021 habrá unos 120 partos de pedigree, un número que duplicará las pariciones del año pasado. Y es parte del plan de expansión trazado para el mediano plazo. “Un número razonable y lógico para nosotros serían entre 130 y 150 partos, no más que eso. La presión de la agricultura es una realidad para nosotros y los precios de los commodities nos tienen muy acotados”, cuenta Mariano.

En lo que respecta a los toros de pedigree, este año el objetivo es terminar vendiendo 15 y en 2022 saltar a 30 y en un futuro no muy lejano estabilizarse en 50. “Tendríamos que lograrlo en tres o cuatro años. Y ahí nos quedaríamos más que satisfechos”, asegura.

“Nos animamos a crecer porque una vez que tenés las vacas y sabés lo que producen, sumado al valor agregado que le das con un toro de pedigree, que come los mismo que un puro controlado, pero el valor comercial es totalmente distinto”, dice. El negocio ganadero por fuera de la cabaña está dado por un rodeo PC y MAS, en el que se preñan a las vaquillonas de 15 meses y de acuerdo a cómo venga el año y la necesidad de reposición a veces no venden y comercializan únicamente los terneros.

El veterinario repite que La Reserva es una empresa familiar, donde sus padres cumplen un rol clave porque son los que están todos los días en la lucha, más el trabajo que hace el cabañero Daniel García.

Rústicos

En lo que respecta a la comercialización de sus productos, La Reserva encontró su lugar en el mundo al integrarse a Rústicos. “Nosotros hemos ido creciendo de la mano del crecimiento de Rústicos. Primero era una sola fecha al año, después fueron dos, tres y ahora son cuatro, y sigue creciendo”, cuenta Castro que canaliza todas sus ventas por la marca creada por Sergio Amuchategui.

“Como criadores nosotros también tratamos de estar a la altura de lo que significa Rústicos. Porque hay otros integrantes que hacen muy bien las cosas y todos estamos embarcados en lograr que la marca sea cada vez mejor”, agrega.

En la exposición de Villa Bordeu de 2015, La Reserva obtuvo la Gran Campeona, y a la hora de las ventas el animal hizo saltar la banca vendiéndose en 165.000 pesos, un precio récord para la tradicional muestra bahiense

Y aclara: “Rústicos es un todo. Nosotros los criadores, los representantes, el grupo que conforma Mondino, el martillo de Roberto, el trabajo de filmación y edición. Se ha logrado un equipo que con el trabajo de cada uno se potencia la marca”.

El veterinario explica que al margen de lo comercial, integrar Rústicos es un incentivo a ser más profesionales en otras cuestiones que terminan pesando a la hora de la venta. “Estamos mejorando en lo que son las filmaciones, en el asesoramiento, en el post venta, en el control de lo que se carga”, describe.

Pero la clave, claro está, es la materia prima. “Todos los criadores que conformamos Rústicos ponemos lo mejor en cada remate. Nadie se guarda nada. Por eso los resultados que se dan”.

Lo que viene

Otra pata del negocio, que también llena de satisfacción a Mariano, a partir de ahora La Reserva la tiene cruzando el charco. “Hemos tenido la suerte de exportar embriones a Uruguay y ya hay preñeces nuestras que van a nacer este año allá. Es un orgullo para nosotros y se avizora un buen futuro también ahí”.

La oportunidad surgió a partir del trabajo de un amigo de Mariano que administra campos y trabaja con un frigorífico exportador muy importante que tiene un rodeo muy grande. “Nosotros les vendimos embriones, la genética, y el asesoramiento. En caso de que si sale algún animal para ir a exposiciones, la idea es competir en Uruguay también”.

Como buen criador detallista y apasionado, Mariano asume que nunca se conforma y que siempre está buscando mejorar. “Ahora siento que estamos un poco flojos en lo que son colorados, y quiero ofrecer un poco más a la venta, por eso estamos hacienda líneas nuestras y buscando otras para incorporar”, cuenta.

“Estamos permanentemente apostando, mejorando las instalaciones, invirtiendo en cadenas forrajeras, que sea todo lo mejor posible. Acá no podés parar”.

En la despedida, insiste: “La Reserva es un equipo de trabajo familiar. Yo soy la cara visible, pero el mérito es de todos, con mis viejos a la cabeza”.

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