Ya no estamos de remate

* A continuación se reproduce una nota publicada en el Suplemento Campo de La Voz del Pueblo en noviembre de 2006 referida a la nula actividad que había en la feria de Tres Arroyos

 

Con precisión y mucha nostalgia, Carlos Uzcudún, gerente de La Agrícola Ganadera, recuerda que el 25 de abril de 2005 fue el último remate feria que la firma realizó en Tres Arroyos. Diego Ferrari, de Ferrari y Compañía, aporta otro dato: la firma fundada por su abuelo y que en décadas pasadas realizaba hasta dos subastas mensuales, no hace un remate en el predio de la Sociedad Rural desde el otoño de 2004.

Las estadísticas son tan frías como irrefutables: dos subastas en los últimos dos años son prueba de que en Tres Arroyos la feria se convirtió en toda una rareza. El jueves 4 de mayo se realizó la última y, con suerte, en el próximo otoño los corrales volverán a llenarse de animales, aunque sea una vez más.

Si en el amanecer del nuevo milenio los remates ya tenían pocos adeptos, la prohibición de 12 meses impuesta por el Senasa por la aparición del brote de aftosa en 2001 fue el golpe de gracia

“El quiebre fue progresivo, pero empezó en el 2000. Los remates feria fueron perdiendo importancia porque la gente comenzó a manejarse con nuevos sistemas de comercialización. Así se fue limitando la cantidad de hacienda y últimamente se hacían remates con las categorías que se dificultaba vender en forma particular”, cuenta Uzcudún.

Si en el amanecer del nuevo milenio los remates ya tenían pocos adeptos, la prohibición de 12 meses que impuso el Senasa por la aparición del brote de aftosa en 2001 fue el golpe de gracia. “Por una cuestión sanitaria no se podía concentrar la hacienda en una feria. Entonces se perdió la continuidad. Porque los frigoríficos necesitaban hacienda y vos se la tenías que conseguir, y el único medio era Liniers o la venta directa. Así fue que los compradores locales perdieron el hábito del remate y el productor se acostumbró a vender con un precio determinado. A partir de ahí ya no hubo cantidad ni calidad de hacienda para armar remates que les interesara a un buen número de compradores”, explica Ferrari.

Para tener una idea de la magnitud del impacto que tenían las subastas es bueno mencionar que La Agrícola Ganadera contaba con sucursales en Indio Rico, Orense y De la Garma, localidades en las que se realizaba un remate mensual. Inclusive, las firmas tradicionales tenían personal contratado permanente, peones de ferias y capataz, para que trabajaran una vez por mes. “Para nosotros sería mejor que hubiera remates porque se genera otro movimiento. La Agrícola fue concebida como firma feriera”, dice Uzcudún.

No hay una sola razón la que llevó a que los remates feria entraran en desuso. Más bien se produjo una serie de factores. “El productor empezó a cambiar un poco la forma de comercializar porque se dio cuenta de que si hacía un negocio directo con un frigorífico pautaba un precio de antemano. Eso le interesó más que ir a subasta pública y depender de lo que pudieran ofrecer los compradores, sobre todo porque así vendía el cereal. Y esta, si bien es una zona mixta, es sabido que la agricultura tiene más influencia”, cometa Ferrari.

“El 5 se realizaba el remate de La Agrícola Ganadera de Tandil, el 10 el de Ferrari, el 18 el de Víctor J. de Aramburu, el 25 de La Agricola Ganadera de Tres Arroyos y el 30, a veces, otra vez Ferrari”, detalla Carlos Uzcudún

También se dio que los frigoríficos empezaron a exigir mayor calidad y rendimiento, y en el mismo campo podían seleccionar la hacienda con mayor precisión. “Además, en la década del 90 hubo muchos problemas con varios frigoríficos grandes, que quebraron, y otros que generaron muchos problemas de pago. Entonces dejaron de actuar en los remates porque los consignatarios ya no les dábamos crédito y empezaron a comprar directo en el campo”, detalla Ferrari.

Todo fue conspirando contra la cantidad de hacienda que se podía concentrar en los remates, y eso produjo que los compradores perdieran interés en ir a las subastas. Al haber menos compradores, no se conseguían buenos precios, y el productor decidió dejar de mandar hacienda y venderla en el campo. Un círculo vicioso.

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