A pesar de los precios, el trigo tiraría el achique

Un relevamiento realizado por la Bolsa de Cereales de Buenos Aires indica que en la campaña 2022/23 se reduciría en 200.000 hectáreas la superficie del cereal. Los aumentos de los insumos, un margen más atractivo por parte de la cebada y la incertidumbre que generan las políticas domésticas explican la baja

 

Desde finales del mes de marzo comenzó el relevamiento y análisis de las expectativas de siembra para el nuevo ciclo de cultivos de invierno 2022/23 por parte de la Bolsa de Cereales de Buenos Aires y evidencia una leve tendencia negativa sobre el área que ocuparía el trigo. La estimación hoy indica que la superficie que ocuparía sería de 6.500.000 hectáreas, marcando una reducción de 200.000 hectáreas respecto al ciclo pasado (6.700.00 hectáreas).

Entre los factores que explican la baja, la BCBA indica que se encuentran los aumentos en los costos de insumos, la mejora relativa en los márgenes del cultivo de cebada, y especialmente las políticas domésticas que afectan al cultivo de trigo y la incertidumbre en relación a futuros cambios en las mismas.

En tanto, la actual proyección de superficie, a pesar de reflejar una caída interanual del -3 %, ubica el área que se destinaría al principal cereal de invierno por encima del promedio de siembra de las últimas cinco campañas (2017/2022), que fue de 6.300.000 hectáreas.

Factores negativos

De acuerdo con el relevamiento de la intención de siembra llevada a cabo por la red de colaboradores de la entidad porteña, se han identificado una serie de factores que explicarían en gran medida la caída interanual del área destinada al trigo prevista para este nuevo ciclo, entre los que se destacan:

  • Un escenario climático global en transición de “La Niña Débil” hacia un “Neutral Frío”.
  • Elevados costos de insumos claves para el paquete tecnológico aplicado al cultivo.
  • Dificultades para el abastecimiento de fertilizantes y combustibles.
  • Políticas de derechos de exportación y restricciones comerciales que impactan sobre los precios recibidos y el normal funcionamiento de los mercados.
  • Expectativas de nuevos cambios en estas políticas y mayores restricciones.
  • Una mayor intención de siembra de cebada, principal competidor del trigo sobre el extremo sur de la región agrícola. Esta intención estaría traccionada por los mayores precios de la cebada, las ventajas que posee este cereal para los planteos de soja de segunda, y las menores expectativas de intervención sobre el cultivo a través de políticas públicas.

Factores positivos

Si bien este conjunto de factores podría traccionar una mayor caída interanual del área sembrada, existen otros factores que atemperan la caída y permiten proyectar una superficie aún por encima al promedio de siembra de las últimas cinco campañas. Entre los factores positivos se destacaron:

  • Un favorable escenario de precios para el trigo y expectativas positivas ante la situación del mercado internacional.
  • Buen desempeño del trigo ante escenarios climáticos adversos, con buenos rendimientos recolectados durante el ciclo previo, a pesar del impacto climático de “La Niña” durante el ciclo 2021/22.
  • El rol del cultivo en la rotación y los servicios que brinda al sistema productivo.
  • La posibilidad de ajustar la inversión en tecnología, gracias a la diversificación en la aplicación de fertilizantes a la siembra o en macollaje, permitiendo de esta forma ajustar dosis en función de la evolución del clima y el potencial del cultivo.

El clima

Por otra parte, también se destaca el favorable escenario hídrico que actualmente presentan los suelos sobre buena parte de la región agrícola nacional, que en gran medida responde a las lluvias acumuladas durante las últimas semanas, que permitieron el reabastecimiento de humedad en zonas clave para la producción de trigo en nuestro país. No obstante, si bien estas recargas de humedad mejoran la oferta hídrica a pocas semanas de comenzar el nuevo ciclo, aún no garantizan una buena implantación del cultivo. Para ello serán necesarias lluvias que mantengan la humedad en los estratos superficiales del suelo durante la ventana de siembra, entre los meses de mayo y julio.

En este sentido, las lluvias registradas durante los próximos meses serán determinantes para la superficie a ocupar por los cereales de invierno. Si las precipitaciones acompañan el avance de las máquinas y la incorporación de lotes, esto podría traccionar una mayor superficie sembrada a lo proyectado en este documento.

Pero también puede darse el escenario inverso y, frente a la falta de lluvias que permitan una correcta implantación de los cereales invernales, profundizar la caída del área sembrada.

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