Con el objetivo de conocer el impacto ambiental de toda la cadena productiva, un equipo de investigación del INTA y del INTI creó una herramienta para productores, molinos y fábricas. Se tuvo en cuenta el análisis de ciclo de vida y se contemplan todos los aspectos e insumos involucrados, desde el campo hasta la góndola. Esta información estará disponible en códigos QR
Considerada una metodología destacada a escala mundial, la huella de carbono es una herramienta de estimación de las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) cuantificadas en emisiones de CO2 equivalente, generadas a lo largo de una cadena productiva.
La huella de carbono permite conocer el impacto ambiental de una cadena, lo que habilita al diseño de estrategias de mitigación hacia procesos más amigables con el ambiente. Con este objetivo, el Programa Argentino de Carbono Neutro (PACN) convocó a especialistas del INTA y del INTI para generar un calculador de huella de carbono para los actores involucrados en la cadena de valor del trigo.
Leticia Tuninetti -especialista en ingeniería ambiental del INTI y quien encabeza el proyecto junto con el coordinador de la Plataforma Huellas Ambientales del INTA, Rodolfo Bongiovanni- explicó: “Con el calculador, les dejamos a los usuarios la posibilidad de generar un diagnóstico y, como se trata una herramienta abierta, también tienen la posibilidad de ir construyendo escenarios alternativos para observar cómo varía la huella de carbono a medida que se evalúan esos cambios en parámetros como las distancias recorridas, el tipo de transporte, procedimientos, insumos, y energía utilizada, entre otros”.
Por su parte, Bongiovanni señaló: “El calculador de huella de carbono es una herramienta desarrollada en base a una serie de solapas desplegables y opciones estandarizadas, de modo tal que constituye un paquete para el usuario final que puede ser un productor, un molino o una fábrica que permite determinar el impacto ambiental”.
El desarrollo se basa en las especificaciones de la Norma ISO 14.067 para ocho unidades declaradas. Es decir, se estudia el impacto ambiental de una hectárea de cultivo de trigo, de una tonelada de grano de trigo en la tranquera del campo, a la salida del acopio y en la bodega de un buque (condición FOB). También de un kilo de harina de trigo a la salida del molino harinero, en el puerto o cliente del molino harinero, así como de un kilo de pasta larga seca a la salida de la fábrica de pastas secas y en el puerto o cliente de la fábrica de pastas secas.
“Para esto, -detalló Bongiovanni- se tuvo en cuenta el análisis de ciclo de vida, es decir, contempla el impacto ambiental desde la cuna hasta el puerto o el cliente y considera todos los insumos utilizados en los procesos productivos”. Y agregó: “El calculador se dispone a través del programa argentino carbono neutro”.
Esta herramienta está destinada a las entidades nucleadas en la Mesa Sectorial del Trigo del PACN que representan todos los eslabones productivos de este cereal y sus derivados, como la elaboración de harinas y pastas secas. Los usuarios también contarán con un manual del calculador y otro de buenas prácticas de gestión ambiental para optimizar aquellos indicadores que generan mayor huella. Esta información estará disponible en códigos QR, en línea con las nuevas exigencias de los mercados y demandas de los consumidores.
Para su diseño, se basaron en las guías dispuestas por el Panel Intergubernamental para el Cambio Climático (IPCC) de Naciones Unidas y diversos parámetros para el análisis de ciclo de vida de los productos que permiten producir información transparente y contrastable sobre cada etapa productiva.
Una vez que los usuarios obtuvieron el diagnóstico de su huella de carbono y ubicaron los “hot spots” o etapas que explican la mayor cantidad de emisiones, se pueden diseñar alternativas de mitigación y/o compensación sobre la base del manual de buenas prácticas de gestión ambiental, que desglosa cada instancia del ciclo y sus variadas formas de optimización sustentable.
A la hora del armado de este manual, el equipo de especialistas del INTA se centró en la etapa agrícola y los especialistas del INTI se encargaron de la etapa industrial, en la que colaboraron técnicos especializados en alimentos, gestión de residuos, energía, transporte y packaging.
Ciclo virtuoso
El INTI y el INTA llevan una década de trabajo articulado en diversas temáticas. Fruto de este vínculo, les valió el reconocimiento en distintas cadenas de valor agroindustrial como referentes en análisis ambientales. En 2021, su estudio sobre el ciclo de vida, la huella de carbono y la huella de agua de la carne bovina producida en el frigorífico Logros de Río Segundo, Córdoba, recibió el premio a la Excelencia Agropecuaria La Nación-Banco Galicia en la categoría “Mejor trabajo de Investigación”.
De hecho, fue una incursión en el análisis de cadenas de valor de cereales la que los condujo a este nuevo proyecto. “En 2020 -recordó Tuninetti- colaboramos con Argentrigo en el estudio de la huella de carbono de 16 regiones geográficas productoras de trigo de la Argentina, con tres modelos de desarrollo tecnológico diferentes -alto, medio y bajo- en cada una de ellas, contemplando no solo el trigo en la tranquera, sino que también la producción de harina y pasta seca. Debido al éxito de ese trabajo, los referentes del PACN nos convocaron para desarrollar esta nueva herramienta”.
Por su parte, Bongiovanni ponderó el trabajo interinstitucional: “Logramos desarrollar una estrategia colaborativa sinérgica entre ambas instituciones por la que estamos todos muy contentos”, reconoció, al tiempo que agregó que construyeron “un verdadero equipo de trabajo interinstitucional armado específicamente en trigo”.
Si bien el trigo argentino ya cuenta con ventajas competitivas, Tuninetti concluyó que, a partir de los diagnósticos que realicen los usuarios, se pueden encontrar instancias para avanzar hacia un carbono neutro y vaticinó que el próximo desafío será conducir ésta y otras cadenas productivas hacia el uso de energías renovables.