Con apoyo del INTA, un productor aprendió a planificar, tomar datos e intervenir para ganar eficiencia haciendo tacto preservicio, destete precoz a la mitad de sus terneros y análisis de pastos para suplementar con precisión. “La alimentación a campo es variable, a diferencia del feedlot, pero con mejoras logramos vender hacienda pesada de menos de dos años todos los meses”, afirma el ingeniero Diego Chiatellino
El ingeniero agrónomo Diego Chiatellino es un productor mixto de Bonifacio, sudoeste de Buenos Aires, que está al frente de Agropecuaria Don José, una empresa dedicada a la producción de granos, hacienda y aceite de girasol. De la mano del ingeniero agrónomo Aníbal Fernández Mayer, del INTA Bordenave, en los últimos años modernizó la ganadería de ciclo completo, que lleva adelante con un rodeo de 1.600 vientres Angus. Un caso que evidencia el progreso del sistema pastoril que siempre estuvo un paso atrás de la agricultura. Una oportunidad en la nueva era de granos caros.
“Mi abuelo inició la ganadería con manejo tradicional, sin demasiado análisis. Allá por el año 2000, conocí a Aníbal (Fernández Mayer), en un curso de nutrición animal que daba el INTA y poco después empezamos a trabajar juntos. El hacía ensayos con nuestros animales y pastos, utilizando nuestro campo como demostrador, y a mí me cambió la cabeza, me brindó conocimiento”, recordó Chiatellino, refiriéndose al impacto de la colaboración público-privada.
“Yo le planteé que mi objetivo comercial era vender animales gordos todos los meses para pagar los costos fijos de la empresa, que hasta 2010 salían sólo dos a tres veces al año. Y él me enseñó a manejar la ganadería pastoril como las cosechas”, sostuvo, detallando que hicieron un plan de trabajo para alcanzar la meta.
Desde entonces, comenzaron a tomar datos y a intervenir en el sistema para lograr eficiencia. “Pesamos los animales mensualmente, llevamos estadísticas de ganancia de peso por categoría y por estación climática, según el recurso forrajero. Sembramos alfalfas y verdeos de invierno y algo de verano, como los sorgos BMR o nervadura marrón, e hicimos la planificación en base a toda esa información”, indicó.
Una premisa de Fernández Mayer es que, aun alimentando un animal a pasto, sin los altos costos de los granos, si está más de dos años en el campo no sólo no es negocio, sino que se perjudica la calidad de la carne. Sobre esta base, técnico y empresario acordaron mejorar los indicadores de la cría, la velocidad de crecimiento y suplementar estratégicamente la invernada para acelerar el engrasamiento del animal y mejorar sustancialmente el flujo de fondos de la empresa.
Sistema mejorado
Para Chiatellino, un cambio trascendente fue aprender a intervenir a tiempo en los procesos. “Pongamos un ejemplo en la cría. Cuando hago el tacto en marzo, la realidad es que me muestra qué pasó en el servicio, pero no me permite influir en el resultado; si es malo, como en una oportunidad que tuve el 80% de preñez, no tengo forma de solucionarlo”, contó.
Por eso, “adopté el tacto preservicio, para ver cómo están las vacas, si están ciclando, ya que a veces el estado corporal puede confundir. En función de eso, si necesito que engorden más, voy más rápido con la rotación del pasto, comen a boca llena, sin restricción, y luego echo los toros”.
¿En qué momento se hace este tacto? “En septiembre, generalmente 20 días antes del servicio. Si bien al mejorar la alimentación las vacas no se recuperan tan rápido, sigo con ese plus un tiempo más ya que los toros se retiran el 8-10 de diciembre. Incluso puedo intervenir destetando precozmente algunos terneros más. Si la vaca viene retrasada y el clima está seco le saco el ternero en noviembre”, explicó, aclarando que tras poner en marcha esta práctica la preñez nunca bajó del 92%.
Otro cambio importante fue implementar el destete precoz en volumen. “De los 1.200/1.300 animales que se engordan, unos 600-700 provienen de destete precoz, a los 80 kilos, y el resto de destete convencional. La clave es que los manejamos de forma tal que al final del ciclo no se distinguen entre ambos”, indicó Chiatellino, pormenorizando que la práctica se aplica a tres categorías: vaquillonas de primer parto (con servicio de 15 meses) para facilitar la próxima preñez; vacas CUT (cría de último ternero) que después se engordan para venta; y vacas de final de parición o que por algún motivo se atrasan, para que puedan volver al grupo cabeza.
Una novedad es la utilización de taninos como antiparasitarios naturales. “Tenemos muchos problemas de parásitos, con resistencia a ivermectina y a otras drogas. Hicimos un ensayo junto con el veterinario, dosificando los taninos en el agua de bebida y vimos el efecto beneficioso: nos permitió ganar 100 gr/cab/día, adicionales. En concreto, funciona, se convive con un nivel de parásitos que está por debajo del umbral, según el conteo de huevos”, reveló.
Manejo de precisión
Desde un comienzo, técnico y productor fueron armando un esquema de trabajo, dividiendo el rodeo en cuerpo, cabeza y cola, cada uno con un manejo diferente.
“En el grupo cabeza, con tropas de 400/500 animales, estamos logrando 800-900 gr/día promedio año, sin suplementación, salvo excepciones”, aseguró el productor, aludiendo a que aprovechan la avena, cebada y centeno durante la encañazón.
El tal sentido, Fernández Mayer hizo ensayos en Agropecuaria Don José y en otros campos que validan que en esa etapa aumenta el nivel de azúcares solubles y el mismo forraje permite casi duplicar las ganancias de peso comparadas con el pastoreo en momentos anteriores.
¿Cuándo suplementan? “Más allá de pesar los animales todos los meses, lo que me permite tomar medidas, hago análisis de pasto. Puede ocurrir que en otoños llovedores, por ejemplo, la avena tenga pocas proteínas, pero se puede intervenir. Entre los resultados del laboratorio y lo que me marca la balanza, voy tomando decisiones”, aseguró.
Mientras que aclaró: “Además de los forrajes frescos, analizamos el expeller de girasol que producimos en el campo, el silo de maíz y el sorgo de planta entera para armar una dieta precisa, suplementando con granos de cereal sólo para acelerar el engrasamiento del animal”.
“Adopté el tacto preservicio, para ver cómo están las vacas, si están ciclando, ya que a veces el estado corporal puede confundir. En función de eso, si necesito que engorden más, voy más rápido con la rotación del pasto, comen a boca llena, sin restricción, y luego echo los toros”
Y en esto también se ve el progreso: “En el grupo cola, cuando empezamos usábamos el 1% del peso vivo y hoy menos del 0,5% porque cada vez contamos con más pasto fresco de mejor calidad”, destacó.
En síntesis, el grupo cabeza (del destete de marzo) se vende en menos de 12 meses, o sea a partir de febrero, sin haber consumido granos nunca, y el grupo cola, en un máximo de 20 meses, todos muy bien terminados.
“La alimentación forrajera es muy dinámica y variable, mucho más compleja que un feedlot. En el engorde a corral se da maíz, suplemento proteico y algo más. A pasto es más difícil, pero tiene sus ventajas”, opinó Chiatellino.
Novillos en serie
Hoy, con su modelo pastoril mejorado, la facturación de la ganadería representa el 30-40% del total.
“Vendo una o dos jaulas por mes, lo que me permite cubrir los costos fijos de la empresa”, afirmó. Los novillos salen con 440-460 kg, para consumo o exportación, durante todo el año; las vacas gordas, con 470-490 kg van a exportación, también todo el año; y las vaquillonas, con 340 kg, un poco más concentradas, de octubre a abril, y se destinan al consumo.
“Diversificamos mercados y precios a lo largo del año y eso nos permite minimizar riesgos y aprovechar oportunidades, incluso en la compra de insumos agrícolas”, resaltó.
Para Fernández Mayer, una de las fortalezas de los sistemas pastoriles mejorados es que aprovechan los forrajes de alta calidad que se pueden producir en el país y que permiten terminar animales pesados, en menos de dos años, reduciendo costos. “No buscamos mayor producción de carne/ha, sino que jerarquizamos la velocidad de crecimiento, la ganancia de peso y el engrasamiento final. El objetivo es lograr un novillo joven, de calidad, que nos permita generar un excelente flujo de fondos para que la empresa sea sustentable”, concluyó.
Por ingeniera agrónoma Liliana Rosenstein / Valor Carne