Invitado por la Cooperativa de Cascallares, el experto en negocios internacionales brindó una muy rica disertación en la que abordó distintos aspectos de comercio global actual. Se refirió a la necesidad de estar preparados para los permanentes cambios que se van a ir produciendo en materia comercial. “Atravesamos una revolución tecnológica que exige ser cada vez más competitivos desde el conocimiento”, destacó
El último jueves la Cooperativa de Cascallares organizó una jornada técnica para sus socios y colaboradores que contó con la disertación del experto en negocios internacionales Marcelo Elizondo. Se trató de una muy rica presentación, de la participaron alrededor de 60 socios y colaboradores de la entidad, que constó de una primera parte en la que el consultor realizó su exposición, y una segunda en la que interactuó con los socios respondiendo varias inquietudes.
Tras su presentación, el especialista conversó con La Voz del Pueblo sobre el escenario actual y futuro que observa en materia de comercio internacional.
– ¿Cuáles son las tendencias que hay hoy en el mundo y en la Argentina en materia de producción y comercio agropecuario?
– El mundo está avanzando mucho en materia de producción agropecuaria, con fuerte incidencia de hechos geopolíticos en los precios y en la evolución de los mercados. Con una revolución tecnológica que exige ser cada vez más competitivos en reformas en la producción, en el comercio y en la incorporación de la economía del conocimiento del agro. Y con nuevos modelos de organización, de gestión y de vinculación de empresas y de productores. Eso se refleja en que el sector es el 70% de todas las exportaciones argentinas.
– ¿Cómo se hace para avanzar en futuros planes comerciales en este contexto mundial de inestabilidad sanitaria y económica?
– La Argentina exporta mucha de su producción agropecuaria a los mercados asiáticos (China, India, Vietnam), y ahí hay una preocupación sobre cómo puede influir el mundo de hoy, que tiene a China con muchas restricciones por el rebrote de Covid. Con la guerra entre Rusia y Ucrania con un fuerte impacto en la región. Con problemas de logística y transporte. Factores que probablemente generen reacomodamientos en los mercados, que pueden terminar influyendo mucho en el futuro de nuestras exportaciones.
Yo planteo que hay que prepararse para un mundo muy inestable, muy cambiante, en el que va a haber que trabajar cerca de los gobiernos porque la política en la elección de los mercados y a dónde podemos vender y quién nos compra y en qué condición, va a ser cada vez más significativa.
– ¿Cómo se expresará esa inestabilidad en el comercio?
– Con fluctuaciones de precios, de importancia relativa de los mercados, de las condiciones regulativas en base a cuales cambiamos, porque de golpe aparecen exigencias sanitarias, de seguridad, ambientales, técnicas, que tienen que ver con respuestas a acontecimientos que son sorpresivos y que van apareciendo. Hay que prepararse a ese escenario de cambios permanentes. Y ahí pueden irrumpir mercados nuevos.
– ¿Y ante escenario qué debería hacer la Argentina?
– Es clave que entendamos que para nosotros es fundamental desde el punto de vista comercial Asia. Le vendemos más al continente asiático que a Sudamérica o Europa, sobre todo en materia agropecuaria. Y es necesario que la Argentina celebre acuerdos con terceros mercados, que se facilite el acceso de nuestras exportaciones a los principales mercados que hoy no están de tan fácil acceso.
Nosotros tenemos un problema de pago de arancel y de ingreso que encarece nuestros productos en muchos mercados en los que nuestros competidores entran mucho más fácil. De modo que ahí se necesita una política exterior argentina mucho más internacionalista.
– Las retenciones van claramente en un camino contrario a fortalecer nuestra competitividad.
– Son muy pocos los países que aplican regularmente impuestos a las exportaciones en el mundo de manera significativa. Y eso es un problema para la competitividad y por efecto de eso es que la Argentina está invirtiendo muy poco en materia agropecuaria, porque le queda menos rentabilidad al sector y eso genera problemas de competitividad.
Somos el país número 15 del mundo en el ranking de exportadores agrícolas, pero ocupamos el puesto 32 en el ranking de inversores en la producción agrícola. Me refiero a la inversión en infraestructura, en logística, en tecnología para mejorar la producción, en la capacidad de comercio.
– ¿Te referís a inversión por parte del Estado o privada?
– Ambas. Hay inversiones estatales necesarias, como en materia de transporte, logística, carreteras, ferrocarriles, puertos. Del sector privado, en tecnología en la producción, en avance en la genética, en la tecnología dura en máquinas, en satelización. Y luego inversiones que tienen que ser en ecosistemas mixtos, en los cuales se van generando coaliciones de inversores, lo que se llama mesoeconomía, que es una alianza entre el productor, el comercializador, el financiador, el municipio y la Provincia.
Hoy se necesita invertir mucho, no se compite más como antes por las ventajas de la naturaleza, del clima o la tierra, hoy se necesita invertir porque se compite con avance científico en la producción. Y también hay que saber armar redes, yo llamo ecosistemas (eco por económico no por ecológico), como alianzas, redes de empresas en las que se vincula el productor, con el comercializador, con el distribuidor, el financista, el aportador de tecnología, incluso el que desarrolla una estrategia comercial externa. Hoy tenemos que ser aliados de los que llevan nuestro producto al consumidor final.
– ¿Ese rol lo puedo asumir una cooperativa también?
– Sí, claramente. La cooperativa también puede generar alianzas con terceros, formar parte de estas redes de ecosistemas de muchos actores para evolucionar.
La Organización Mundial de Comercio marca que el 45% de las exportaciones de todos los países del mundo son exportaciones indirectas: el que lo exporta no es el que lo produce. Por lo tanto el que produce tiene que aliarse en la cadena hacia adelante con el que después comercializa, formando parte de un sistema común y generando una relación que no es sólo de proveedor y cliente, sino de socio y aliados involucrados en un destino común para el producto.
No nos podemos desentender de lo que produzco, de sólo venderlo en algún lado y termino. Hay que involucrarse hacia adelante en la cadena, y en el mundo el valor se genera en el final de la cadena, en el servicio post venta, en certificar estándares de calidad, en proveer información a través de la trazabilidad. Y eso es invertir no sólo en la producción sino en la comercialización posterior.