Con viejos y nuevos compradores, síntoma de que el producto funciona, la cabaña de la familia Castro Madero vendió su torada PC en forma ágil y a buenos valores en lo que fue su 14º remate anual
El salón de la Sociedad Rural de Tres Arroyos quedó chico para todos los que decidieron acompañar a la familia Castro Madero en la previa a su 14ª venta anual. Y fue el anticipo de lo que después se terminó observando en la pista una vez que la torada de La Escondida salió a escena: al ritmo de los martillos de Alfonso Monasterio y Jorge Rodríguez y Alfonso Monasterio la oferta de casi 60 toros PC se vendió en forma ágil y buenos valores.
“Quedamos todos contentos y yo estoy muy agradecido de los compradores y en especial de los que han vuelto. Me alegra porque se ve que el producto que hacemos sirve. Y los nuevos vienen por recomendación de ellos, porque lo nuestro es de boca en boca, no hacemos grandes propagandas”, comentó con mucha satisfacción Jorge Castro Madera al final de una dulce tarde.
“Hicimos un muy buen promedio, y ver que se iban vendiendo lotes de a dos y tres toros, y que la gente se peleaba, fue un orgullo, una emoción”, completó el criador que conduce junto a su hijo Jorge Enrique los destinos de la cabaña.
La venta comenzó con las hembras generales y PC de Arocena y Quequén Sur, las cabañas invitadas. Y una vez colocas, aparecieron en pista los toros. Y con los toros surgieron las manos y el interés que hicieron que el remate tomara vuelo en valores y agilidad.
Solo un toro sin vender de los 58 ofrecidos y un máximo de 910 mil pesos pagados por un hijo de Emperador, que formaba parte del lote 13. Los 25 kilos de peso al nacer que ostentó son la marca registrada de una cabaña que trabaja desde hace muchos años en genética aplicada a la facilidad de parto.
La tarde continuó en los corrales para comercializar casi 300 vaquillonas y terneras para madres, que se colocaron con algo más de trabajo.
“Nos vamos más que conformes, fue un lindo remate. La torada estaba muy buena, se acercaron muchos clientes nuevos y otros tanto que se repiten, que es señal de la calidad del producto que se vende”, analizó Jorge Rodríguez de Monasteril Tattersall.
“Fue un remate que nos sorprendió porque hubo muchas ofertas por dos o tres toros, una puja bárbara. Y eso refleja el trabajo y la trayectoria de la cabaña, y obviamente, también el laburo del representante de Monasterio, Guillermo Barrios y su hijo, y de los representantes de la zona”, completó.
El broche de una gran tarde lo dio la llegada de la inesperada lluvia para hidratar los suelos de los campos de la zona. La Escondida tuvo una jornada para el recuerdo.
Estos fueron los valores