“Buscamos jerarquizar la profesión para que los colegas vivan de la carrera”

Peco Repetto, presidente del Colegio de Ingenieros Agrónomos y Forestales de Buenos Aires, repasa la actualidad de la profesión, los logros obtenidos a partir de la creación de cuerpo, y los desafíos que tienen en el mediano y largo plazo

 

Horacio Esteban “Peco” Repetto, vive en Azul hace más de 20 años. Se recibió de ingeniero agrónomo en el año 1989 y siempre pensó que la agronomía de hace trabajando en equipo. Por eso desde 2006, recorrió la provincia costeando los viajes de su bolsillo buscando vincular a profesionales y colegas, de diferentes zonas hasta integrar la RAIABA, Red de Asociaciones de Ingenieros Agrónomos de la provincia de Buenos Aires. Esa entidad fue la base de lo que hoy es Colegio de Ingenieros Agrónomos y Forestales de la Provincia de Buenos Aires (CIAFBA).

“En aquellos años de la RAIABA no había personería jurídica y mucho menos recursos, pero fue una red tan potente que le permitió al Colegio constituirse sobre bases sólidas. Cuando finalmente sale la ley para constituir el Colegio arrancó un primer grupo de colegas que le pusieron una garra impresionante. El Colegio se inició sin matriculados y sin mayores herramientas”, recuerda.

“De todos modos fueron muchos los colegas que vieron la importancia de sumarse hasta lograr el CIAFBA de hoy que cuenta con una base sólida, comisiones de trabajo que abordan diferentes problemáticas, áreas de comunicación y atención de consultas y sobre todo, cuenta con un gran futuro”, sostiene.

Hoy “Peco” Repetto, presidente del CIAFBA sigue pensando todos los días en cómo jerarquizar la profesión y aprovecha para compartir su visión sobre objetivos, historias y realidades.

Práctica profesional, entre la facultad y el lote

“Uno sale de una facultad con una teoría muy fuerte, pero con poca práctica y gran parte de nuestra profesión se desarrolla cuando uno empieza a ‘caminar’. Creo que sería bueno para los futuros profesionales un trabajo entre la facultad y el lote”, analiza.

“Este ejemplo sí se ve en la carrera de medicina. Como el estudiante de medicina hace prácticas en el hospital, el estudiante de agronomía debería hacer prácticas en lotes de producción”, afirma.

“En el sector agropecuario, al menos en mi región, se ve a productores que no están asesorados, eso es algo que debemos poder cambiar. Existe un programa de agricultura de Nación que se llama Cerrando Brechas Productivas. Este programa permite acceder a la información de los rindes promedios de los cultivos y en trigo, por ejemplo, los rindes promedios que acusa son 4.000 kilos en azul y 4.500 kilos en Tandil”, relata.

“Hoy, los que están bien asesorados y manejando tecnología de producción sustentable, están superando los 6.000 kilos en trigo y hasta 7.000 kilos en cebada. El programa propone llegar a estos productores para mejorar resultados a través del asesoramiento. Es una oportunidad grande para todos los colegas, incluso los que se están recibiendo, porque hay mucho para trabajar y crecer”.

Vivir de la profesión y no tener que ser socios de la producción

“El Colegio es hoy un reflejo de lo que sentimos los profesionales de nuestra profesión. Y el objetivo principal es jerarquizarla. En la actualidad nuestras comunidades empiezan a ver en detalle de qué forma se producen los alimentos y surgen cuestionamientos y nos ponen en el candelero. Yo creo que esto es una gran oportunidad para jerarquizar al agrónomo”.

“Buscamos que los colegas vivan de la profesión para no tener que ser socios de la producción. Esto es muy común, al colega que le va bien es porque está asociado a un sistema productivo y no por su profesión. Como al médico que le va bien por su profesión y no por poner una clínica, anhelamos que los ingenieros agrónomos vivan de sus honorarios como asesores”, se esperanza.

La tecnología y el agrónomo: una relación para evaluar

“La relación entre el Ingeniero agrónomo y la tecnología ha pasado por muchas etapas, incluso la misma tecnología atentó contra la profesión del asesor. El ejemplo fue el glifosato o la soja RR”, plantea.

“Cuando la soja RR apareció yo vivía en 9 de julio y vendía productos para una compañía que comercializaba herbicidas para controlar malezas en soja. Cuando entró la RR fue impresionante, irrumpió de una forma que hasta sacó al girasol del oeste de la provincia. En ese momento se tiraban dos litros de glifosato y se llevaba todo lo que sea verde menos la soja. Esa simplificación nos llevó a problemas de sustentabilidad en los suelos, malezas resistentes, y un montón de cosas que desdibujaron la parte de la ecología que tiene que ver con la profesión”, recuerda.

Y agrega: “Como contrapartida hoy se da la llegada de productos biológicos para producir que demandan estar mucho sobre el cultivo, el manejo de las malezas resistentes, los cultivos de coberturas, etc. Además existe un auge con la digitalización de la agricultura que no juega en contra del trabajo del ingeniero, al contrario. Cuando voy a recorrer un lote llevo mi tablet y tenemos acceso a un montón de información que antes no estaba disponible”.

En este sentido, explica: “Todo ese enorme potencial de datos e imágenes necesitan quien los interprete. Ir al campo y manejar datos permitirá conocer mejor el suelo, el cultivo y el ambiente de una manera más integral”.

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