La palabra de los responsables productivos y sanitarios de tres de las principales firmas de producción bovina argentinas: Bellamar Estancias, Garruchos Agropecuaria y Las Taperitas
Los 22 productores ganaderos más grandes de la Argentina suman al menos 403.000 vientres y si bien explican apenas 1,8% del stock nacional todos juegan en primera liga con índices de preñez y destete bien por encima de la media. Pero ¿cómo lo hacen? Para responder ese interrogante, la palabra de los responsables productivos y sanitarios de las firmas Bellamar Estancias, Garruchos Agropecuaria y Las Taperitas.
Encontrar un hilo conductor resulta sencillo si se pondera el planteo productivo de los protagonistas. La sanidad, en línea de importancia con la genética, la nutrición y el manejo, constituye uno de los pilares de estas compañías agropecuarias que buscan desarrollar el máximo potencial de sus rodeos.
Para el médico veterinario Francisco Casasnovas, responsable sanitario de las cabañas Corral de Guardia, tanto en Córdoba como Salta, para Bellamar Estancias, invertir en planes sanitarios es más barato que atender las problemáticas.
“A partir de que los sistemas se volvieron más intensivos, la sanidad ganó peso y, en la cabaña, siempre nos apoyamos en planes sanitarios y protocolos locales e internacionales”, sostiene quien lleva 36 años trabajando para la firma que perteneció al otrora pope de Bunge&Born, Mario Hirsch, dueña también de establecimientos en Formosa y Buenos Aires.
“La única manera de proyectar el negocio debe ser teniendo una sanidad de excelencia”, sentencia.
Misma visión comparte Matías Bagaloni, gerente de Cabaña Los Murmullos en Garruchos Agropecuaria, del matrimonio Sigman-Gold. “En materia sanitaria, si ingresa una enfermedad puede generar bajas importantísimas en la producción. Es decir, está muy ligado a la parte monetaria, por lo que se la sigue de cerca”, afirma. Y completa: “Siempre apuntamos a la prevención, nos adelantarnos a los posibles problemas con un cronograma de vacunación en cada zona, porque nuestros establecimientos están repartidos en el Norte, Centro, Centro Oeste y Sur del país y cada región tiene enfermedades puntuales”.
Desde Rafaela, Santa Fe, el médico veterinario Lucas Sandoval, gerente de Producción Ganadera y Forestal en Las Taperitas, brazo agropecuario de la familia Williner, dueños de la láctea Ilolay, describe una realidad no muy distinta. “En ganadería, tanto de cría como invernada, después de la nutrición, el manejo y el costo de oportunidad de la tierra, en cuanto a presupuesto, lo sigue la sanidad”, señala con 26 años de experiencia en la firma que también tiene forestación, agricultura, lechería y cerdos y agrega: “En ganadería, tenemos un planteo orientado a la prevención”.
Medir con buenos resultados
La productividad de los sistemas ganaderos en la Argentina no es de las mejores. En la práctica, sabemos que por cada 10 vacas solo nacen seis terneros cada año. Mientras tanto, en Uruguay supera el 64%, Australia (70%), Nueva Zelanda (80%), Estados Unidos (89%) y Canadá (93%). Solo Brasil está por debajo de la Argentina, pero con un stock que es cuatro veces más grande, cuando en la década del 60 eran similares.
Hay 94.193 explotaciones agropecuarias (EAP) entre ciclo completo, cría, recría, invernada y hasta cabañas, según el último Censo Agropecuario 2018, pero muchos actores que hacen su trabajo por encima de la media y aquellos que superan los 12.000 vientres pertenecen a ese selecto grupo: son los productores “con la vaca atada”.
Para Bagaloni, el objetivo productivo del equipo de Garruchos Agropecuaria es seguir incrementando los índices de destete que, hoy, con 15.520 vientres en servicio promedia el 78%. “Si desglosamos esos datos, la compañía tiene animales de alto valor genético que son las donantes del plantel, después tenemos puros controlados y puros registrados y los vientres generales. En ese universo, los que tienen mayor incidencia con alta carga genética son alrededor de 5.500 vientres y cada núcleo genético tiene índices diferenciados”, se explaya el hombre de la cabaña Los Murmullos.
“A nivel empresa, los indicadores bajan en el NEA, porque es una actividad secundaria, silvopastoril, y en la Patagonia es difícil, por eso baja al 78% el índice general”, compara Bagaloni.
Y sigue: “A su vez, se hacen transferencias embrionarias, son 250 preñeces por año y una tasa del 50% de preñez anual de Angus y Hereford y más allá de los reproductores, gran parte de los hermanos de los mismos se castran y van a los feedlots con ganancias diarias entre 1,6 y 1,8 kilos mientras que el promedio de la hacienda general es de 1,4 kilos diarios. Hacemos mucho hincapié en los mismos, porque la producción de reproductores apunta a mejorar los niveles de conversión”.
En el caso de Las Taperitas, Sandoval comenta que tienen campos en el norte de Entre Ríos, en la costa del Paraná de Santa Fe y Corrientes e invernada repartida hasta en Neuquén.
“Tenemos índices de extracción arriba del 80%, es decir, la cantidad de terneros destetados por cantidad de vientres entorados es buena, pero mejorable. Sin embargo, esos indicadores contemplan el promedio de distintas zonas productivas, donde, por ejemplo, tenemos 6.000 vacas en el monte natural del norte entrerriano. Allí, apuntamos a tener un porcentaje no mayor del 8 al 10% en la diferencia entre preñez y señalización”, analiza el encargado de la firma que suma alrededor de 13.000 vientres.
“Para que los índices sean sustentables la sanidad juega un papel fundamental, sin ella todos los otros parámetros pueden verse alicaídos y para eso es clave el diagnóstico de la etapa reproductiva”, advierte Casasnovas, de una firma con 20.000 vientres.
“Nuestros establecimientos son libres de trichomoniasis y campylobacteriosis, con índices productivos que oscilan entre 87 y 90% de destete tanto en Córdoba como Salta”, afirma el médico veterinario.
Y adelanta: “En el mediano y largo plazo, creo que estos índices que son buenos deben ser sustentables, es decir, evitar los vaivenes que generan pérdidas y cansancio en el personal, y si algún año podemos robar un puntito hacia arriba mejor, pero la regla es ser sustentables con una mirada a 10 años”.
Un trabajo del día a día
“El monitoreo de enfermedades virales y bacterianas se hace a nivel de rodeo y no sobre individuos, cuando la enfermedad ya se ha manifestado, eso permite cortar más rápido con el problema y evitar mayores costos. Cuando hacemos sangrados, tomamos muestras y en muchas zonas de campos naturales, aplicamos vacunas de leptospirosis no combinada”, explica Casasnovas una de las herramientas empleadas en esta firma de gran escala.
“Lo importante de esto es que hay que tener buenos índices de destete, es decir, lograr que la merma entre tacto y destete sea lo más pequeña posible y de nuevo la clave no solo pasa por el manejo y la nutrición sino también por la sanidad, cuyo punto de partida es la prevención”, resalta el hombre de Bellamar.
En cuanto al equipo, el médico veterinario reconoce que hay encargados de ganadería y personal a caballo a campo que son muy eficientes, porque de otro modo no se vería reflejado nuestro trabajo. “Asimismo, nosotros organizamos capacitaciones y reuniones para destacar temas como la atención o asistencia de partos y otra vinculada al manejo integral sanitaria para atención rápida antes de la llegada del profesional veterinario”, agregó.
Desde la Patagonia, Bagaloni le señaló a MOTIVAR que cuando hablamos de ganadería, se contemplan los famosos cuatro pilares: genética, nutrición, manejo y sanidad, todos en la misma línea.
“Nuestro objetivo es tener un producto final que pueda tener la mejor conversión posible”, sentencia el gerente de Garruchos. Y sigue: “Hacemos mucho hincapié en el confort y bienestar animal, porque no solo producimos esos animales con eficiencia de conversión sino también producimos reproductores para que se adapten a distintas zonas, desde campos duros del NEA o incluso San Luis y La Pampa para que puedan dar servicio y los terneros expresen todo el potencial”.
En la firma de la dupla Sigman-Gold la genética tiene especial interés para los accionistas. “Siempre hablamos de una pirámide, desde los animales de alto pedigree dadores de genética que son los proveedores de semen. Incluyendo un plantel de alrededor de 300 vacas puras de pedigree a campo. Hay que seguir produciendo esos animales de pedigree para que trabajen sobre los animales de cría”, expresa Bagaloni.
Y lo traduce a números: “Hoy producimos la misma cantidad de toros para remates que para nuestros campos. Esto queda a la vista sobre todo en San Luis, donde tenemos 9.500 vientres en un solo campo, y estamos convencidos que se ve la mejora, porque observamos, año a año, los efectos que tienen los reproductores sobre los destetes”.
En Las Taperitas, la producción lechera ocupa un rol protagónico, pero la ganadería de carne también tiene su lugar.
“En cría, los gastos pasan por inseminación artificial a tiempo fijo sobre todo en vaquillonas. Y tratamiento de terneros con vacunas del complejo respiratorio, mancha, carbunclo, iniciales a la señalización”, explica Sandoval la especial atención que le prestan al primer eslabón de la cadena.
“En invernada, fundamentalmente apuntamos a un tratamiento inicial, desde el destete, donde el ternero va a recría en pasturas y termina en un feedlot cuando supera los 300 kilos, donde hacemos mayormente cuota Hilton y exportación de animales pesados y consumo semi pesado de hasta 400 kilos, aunque en menor medida”, describe los objetivos de la firma santafesina.
“Se hacen desparasitaciones periódicas a partir de relevamiento de materia fecal y recuento de huevos y control de piojos y sarna, sobre todo en invierno, porque en los últimos años debido a la mayor tolerancia a productos han tenido bastante resistencia en el centro de Santa Fe. A su vez, en Corrientes, trabajamos en el control de garrapata, que resulta el principal gasto en materia sanitaria”, explica Sandoval.
El peso de la sanidad
La relación comercial entre Garruchos Agropecuaria y el gigante Biogénesis Bagó se explica por sus accionistas. Hugo Sigman y Silva Gold participan de ambas empresas y es por eso que, a la hora de pensar en la sanidad del rodeo, las grandes compras de insumos se canalizan directamente con este laboratorio.
A su vez, el gerente de Cabaña Los Murmullos señala: “Tenemos un tridente abocado a dar soluciones conformado por los encargados de cada establecimiento, los veterinarios locales y los que provee Biogénesis Bagó”.
En cuanto a los costos, sostiene que dependen según la zona.
“Sacando los campos del NEA, sobre los gastos totales del campo, la sanidad ocupa un 5% que se eleva al 8% en esa región por la carencia de sales y problemáticas del ambiente (Corrientes y Misiones), como garrapata y tristeza, entre otras”, explica.
Y completa: “En Buenos Aires, San Luis y Chubut estamos dentro de los parámetros normales y particularmente en las dos primeras, tenemos algunas miasis, diarrea neonatal e hipomagnesemia. En el Sur, se suman los complejos respiratorios por estrés, cuando cambiamos de actividad de un destete a recría, al mover los animales de un campo a otro. Esto se ajusta igualmente de forma inmediata”.
Para Sandoval, sin contemplar el manejo de alfalfa, donde lo que más se usa son carminativos, pero se incluyen en los costos nutrición, la sanidad no supera el 5% de los costos totales en Las Taperitas.
“Los productos veterinarios suelen llegar vía órdenes de compra que se realizan desde los campos al departamento de compras de la firma, aprovechando la escala de nuestro planteo”, afirma y agrega: “En la empresa somos dos veterinarios abocados más a la gestión productiva, mientras que los aspectos sanitarios se suelen atender en casos particulares con colaboradores externos”.
A su turno, el MV Casasnovas afirma que, si bien la inversión relacionada a la compra de biológicos y fármacos no supera el 3,5% de los costos de Bellamar Estancias, si se contemplan los honorarios profesionales ese monto trepa a cerca de 20 puntos. “La sanidad es muy importante porque es la línea de largada para ser eficiente en la producción”, señala quien está escoltado en su tarea por dos colegas, su hijo, Gastón Casasnovas y el Matías Bud.
“Nuestros establecimientos son libres de brucelosis y tuberculosis y a la hora de adquirir insumos, trabajamos de la mano de los administradores de los campos y se puede plantear que productos utilizar, pero son ellos los que salen a cotizar desde veterinarias locales hasta pedidos más importantes en Buenos Aires”, explica la dinámica.
Y cierra con una reflexión: “No toda la culpa de no llegar al 75% de destete a nivel nacional se debe a la sanidad, sino sobre todo al manejo, instruir al personal, reconocerlo y estar todo el día en el campo trabajando es fundamental. Quien no lo entienda, por cómo fueron cambiando los tiempos, se va a quedar sin vacas porque no tendrá personal para atenderlas”.
Por Facundo Sonatti / Motivar