Los registros del ingeniero Francisco Di Pane indican que esta campaña fue la peor desde que trabaja en la Chacra. Los promedios de las 900 parcelas de ensayos fueron los menores de los últimos 15 años. “Al no haber enfermedades, no pudimos diferenciar espigas buenas de malas y eso complica la selección de las futuras variedades. Fue un año poco productivo en la caracterización de los cultivares”, explicó. Los resultados y la caracterización de la RET de trigo pan
En términos de producción, en promedio, se estima que en la región el trigo pan tuvo una merma del 50% en el rinde como consecuencia de la intensa sequía con la que convivió el ciclo del cultivo. Pero el impacto de la falta de agua no sólo impactó en los lotes de los productores, en la Chacra Experimental Integrada Barrow la seca también dejó su huella en las parcelas destinadas a las tareas e investigación para el mejoramiento del cereal.
“En reglas generales a nivel investigación fue un año poco productivo, porque tuvimos poca enfermedad y no pudimos caracterizar bien cultivares. En otras zonas, hacia el oeste, observé mucha enfermedad que no vi acá en Barrow. Entonces no son datos que podemos transmitir al productor para la próxima campaña. Y sobre todo, no pudimos ver la expresión de rendimiento de los materiales, que es fundamental para el productor”, explicó el ingeniero Francisco Di Pane, responsable del programa de Mejoramiento Genético de trigo pan de la Chacra.
“No pudimos ver el impacto en las diferencias entre cultivares, cuando hay sequía se achata todo. Y para mí, que estoy en mejoramiento, al no observar enfermedades, al no ver espigas buenas y diferenciarlas de las malas, se me complica en la selección de las futuras variedades. Para mi tarea fue un año complicado, poco productivo en la caracterización de los materiales”, agregó.
“En cultivares muy susceptibles se observó la presencia de roya estriada hacia fines de octubre. Por lo tanto, los resultados producto de la aplicación de fungicida no fueron claros, por el efecto de las heladas y las condiciones antes mencionadas, existiendo respuestas dispares entre cultivares”, agregó.
El peor de todos
Di Pane lleva casi dos décadas trabajando en la Chacra de Barrow y sus numerosas planillas voluminosas en datos arrojan una certeza: ha sido el peor año en cuanto rendimiento promedio de las casi 900 parcelas que siembra campaña tras campaña y que conforman la Red de Ensayos Comparativos de Trigo Pan (RET INTA-INASE) en la que se evalúan casi 50 materiales.
“El promedio de todas las épocas de siembra, con y sin fungicida, casi 900 parcelas, estuvo en 2244 kilos. Y hablamos de cultivos a los que menos riego se le aplica todo para se exprese el rendimiento”, explicó.
“Como hacemos buena fertilización y comúnmente un barbecho un poco más largo, siempre los promedios son altos: en los últimos 20 años estamos en 4600 kilos en las 900 parcelas”, dijo. La merma, entonces, en esta campaña fue del 50%.
“Los promedios de todas las variedades, en las cuatro épocas de siembra y sin y con fungicidas fue los menores de los últimos 15 años. Con un alto grado del efecto de la sequía desde la siembra a la floración y en menor medida la helada que afectó a cultivares puntuales que estaban en momento críticos como floración”, describió.
Evolución
“Todas las siembras se efectuaron en las fechas previstas ya que las escasas precipitaciones permitieron eso, siendo el nacimiento uniforme en todos los casos, a pesar de la poca humedad del suelo y las bajas temperaturas. Se logró un buen control de malezas de hoja ancha”, describió Di Pane al comenzar a desmenuzar cómo fue el transitar del cultivo en el campo de la experimental.
“Desde las siembras hasta septiembre el cultivo transcurrió en condiciones de escasa humedad edáfica, pero igualmente se produjo un abundante macollaje, aunque con una escasa cobertura del suelo. Durante todo septiembre no hubo buenas condiciones de humedad lo que se tradujo reducción del crecimiento en encañazón, baja altura final del cultivo, no cerrando el entresurco. Todo lo anterior no permitió la intercepción de luz potencial reduciendo la materia seca total y por consiguiente el potencial de traducir eso en granos”, indicó.
Seca
Fiel reflejo de lo que le pasó a los productores, los trigos de los ensayos de Di Pane sufrieron la falta de agua en todo el ciclo. “Desde mayo, a excepción de noviembre, todos los meses fueron deficitarios en lluvias comparado con el histórico”.
“Las lluvias de octubre siguieron siendo escasas, acompañadas por temperaturas bajas y varias heladas. Sin agua en el perfil y bajas temperaturas hizo que el cultivo no tenga buena disponibilidad de los nutrientes aplicados. Baja biomasa y baja altura de las plantas produjo en todas las variedades el déficit hídrico en encañazón”, indicó.
“A partir del 25 de octubre las lluvias llegaron en forma importante, lo que mejoró el estado de los cultivos, pero la reducción de altura ya estaba determinada y la pérdida de número de espigas y flores por espigas no se pudo recuperar”, comentó.
“Las plantas tuvieron 20 o 25 centímetros menos que lo habitual, estamos acostumbrados a ver trigos de entre 80 centímetros y un metro, y esta campaña estuvieron entre 45 y 65 centímetros. Es una referencia de la cantidad de biomasa, de pasto que genera, y cuanto más tenés, más granos puede generar”, indicó.
“En definitiva, tuvimos pocas espigas por metro cuadrado, pocos granos por espigas, es decir, muy pocos granos por metro cuadrado, que es el mayor componente de rendimiento”, completó.
Heladas y calor
Las heladas y las temperaturas también estuvieron fuera de los rangos habituales. “Se produjo una gran cantidad de heladas agronómicas, desde abril hasta noviembre, sobre todo las de fines de septiembre, de octubre y la del 1º de noviembre generaron daños en las estructuras florales”, marcó.
Aunque aclaró respecto a las heladas que “en la RET de Barrow se detectaron daños parciales y puntuales, sin gran impacto en las medias de los ensayos, algo que seguramente fue distinto para muchos productores”.
En cuanto a las temperaturas, “las medias mensuales de octubre y noviembre fueron 2,1° y 1,5°C más altas que las históricas contribuyendo al aceleramiento del llenado, los cultivos se secaron anticipadamente, y por lo tanto afectando en forma indirecta al rendimiento”.
Así fue que la cosecha se volvió a adelantar, como los últimos tres años, “empezando el 16 de diciembre y terminando el 21. Unos 10 días antes de lo habitual”.
Para ver el informe completo del ingeniero Di Pane hacé click acá.