La asociación pide mantener el camino de la siembra directa con un informe sobre los pilares y desafíos que enfrenta en Argentina. La Bolsa de Cereales de Buenos Aires midió una caída de área bajo esta tecnología del 3%
Un informe publicado por la Bolsa de Cereales de Buenos Aires midió en la campaña 2021/22 una caída en el área bajo siembra directa del 3%. Si bien la cifra no es exorbitante, desde la Asociación Argentina de Productores en Siembra Directa (Aapresid) advierten que “desde lo conceptual, se trata de un verdadero retroceso evolutivo”.
“Es contraintuitivo dar marcha atrás sobre una innovación tecnológica que no sólo permitió preservar los suelos, sino también contribuir al desarrollo económico-productivo del sector y del país en los últimos 30 años, generando aumentos en los rendimientos, posibilidad de producir en zonas críticas, inversión y desarrollo de tecnologías asociadas”, indican desde Aapresid sobre la tecnología que ocupa por arriba del 90% del área agrícola.
En este contexto, la asociación publicó el informe: “No a la Labranza: Principios del Sistema de Siembra Directa, beneficios, problemáticas recurrentes y estrategias para su abordaje”, en el que se repasa los principios del sistema de siembra directa y su aporte a la sustentabilidad, así como de las principales problemáticas por las que muchos productores están optando por volver al uso de discos, rastras de diamante o implementos para descompactar en profundidad, planteando estrategias de abordaje integral y sustentable para cada una de ellas.
Causas
A partir de relevamientos a productores, Aapresid identificó que muchas de las problemáticas detrás de la decisión de labrar tienen que ver con la falta en el manejo de la siembra directa como sistema.
“Entre las primeras, aparecen la presencia de capas compactadas en profundidad que limitan la productividad de los cultivos y el avance de malezas de difícil control. Respecto de esto último, el informe afirma que la simplificación debida, por ejemplo, a la fuerte adopción de cultivares tolerantes a herbicidas y el uso repetido de los mismos productos para el control de malezas, aumentó la presión de selección, favoreciendo el avance de aquellas especies tolerantes o resistentes que naturalmente existen en el agroecosistema”, indica la asociación.
Además, advierte que “lo único que hará el sistema de labranza elegido (ya sea convencional, reducida o siembra directa) es seleccionar ciertas especies de malezas en detrimento de otras. En otras palabras, la labranza no eliminará al adversario, sino que cambiará su rostro”.
Otra de las problemáticas detectadas es el actual sistema de alquiler. El informe explica que en la Argentina, más del 60% de la superficie agrícola está bajo un régimen de arrendamiento anual. “Cuando el productor no tiene certeza de si podrá seguir cultivando el mismo lote la próxima campaña limita, por ejemplo, la planificación de una secuencia de cultivos o un esquema de fertilización de largo plazo, pilares básicos de un sistema de siembra directa. Incluso, muchos contratos se cierran tarde, con la consiguiente entrega de lotes infestados de malezas muy crecidas, contra las cuales hay ya pocas posibilidades de control”.
En esta línea, Aapresid explica que la concientización de los dueños de la tierra sobre la importancia del cuidado del suelo es clave para generar un cambio, pero vuelve a apuntar la mira al Estado: “Siendo que el suelo es un recurso vital para toda la sociedad, sería importante que se propongan estrategias desde el Estado para alentar los sistemas en siembra directa, como programas de reducción fiscal para quienes lo implementen o planes de uso del suelo como los que ya utiliza Uruguay”.