El ingeniero dorreguense responsable de que el maíz se viralizara en el sudoeste realizó una jornada a campo y mostró sus nuevas líneas de trabajo. “Tenemos que sacarle el jugo a esas zonas que nos dan cero o muy pocos kilos. Hay que usar el ingenio para poder hacerlas productivas”, explica
Convocados por el ingeniero Gustavo Thiessen, más de 150 productores y técnicos días pasados se acercaron a Aparicio para ver a campo qué novedades tenía para ofrecerles “el señor maíz”. Se trató de la tercera edición de “El maíz es del sudoeste”, la segunda presencial pos pandemia y de la que participaron las empresas más importantes relacionadas con el cultivo, y en la que el dorreguense se transformó en un docente que con un lenguaje sencillo y claro transmitió la nueva información que le ha podido generar a partir de su vocación de innovar.
Se trató de un año extremo desde lo climático para los cultivos y eso le vino muy bien a Thiessen porque sus ensayos siempre estuvieron enfocados en buscar resultados en las zonas o bajo las condiciones que los semilleros por lo general prefieren no mostrar. “Yo creo que todos los años son buenos. Las empresas siempre eligen mostrar el año espectacular, la selfie se saca en la mejor zona, y los campos complicados o el toscal nunca aparecen en la foto. Pero hay que entender y hay que empezar a meterle el chip al productor que el desafío es aumentar los mínimos”, explica Gustavo en una charla con La Voz del Pueblo con la pasión de siempre.
“El desafío es sacarle el jugo a esas zonas que muchas veces por negligencia u otros motivos nos dan cero o muy pocos kilos. Sabemos que esas zonas son complejas, entonces tenemos que usar más el ingenio como para ver cómo las podemos hacer productivas”, agrega.
“Esto es una causa y una consecuencia. Estamos en una zona que es tan errática en cuanto a las precipitaciones que el agua tiene que ser cuidada con mucho esmero, entonces te las tenés que ingeniar. Cada vez vienen más híbridos, todos distintos y como digo en las charlas, hay que conocerlos, estudiarlos y así definir la densidad que puedo usar y el material que mejor se adapta a mi rinde objetivo”.
A campo
La jornada contó con presencia de productores y asesores de Bahía Blanca, Tres Arroyos, Coronel Dorrego, Coronel Pringles, Darregueira, Pigüé, Puán, Coronel Suárez, Gonzales Chaves y Azul, en una clara muestra del interés que despierta la información que genera Thiessen, ya recibido hace rato de “el señor maíz”.
Fueron presentados ensayos de 30 híbridos entre los que había doble espiga, macolladores y flex, sembrados a dos densidades, 14.000 y 28.000 plantas, y con dos fechas de siembra: 16 de noviembre y 16 de diciembre. “Vamos a contrastar las dos densidades con las dos fechas de siembra para ver cómo se comportan las plantas. A su vez, vamos a tratar de diferenciar el efecto que tiene en esa segunda fecha el aporte extra que muchas veces nos genera una floración un poquito más tardía por el aporte de nutrientes que libera el suelo y para conocer cómo actúa la humedad en grano para las dos diferentes fechas”, cuenta lo que evaluará una vez concretada la cosecha de las parcelas que ocuparon una hectárea de un campo ubicado en Aparicio.
La evolución
Esta fue una parada más de ese camino que Thiessen empezó allá por el año 2007 casi por accidente y que cada campaña da un paso más. Porque Gustavo es el responsable de que el maíz haya corrido sus fronteras hasta zonas y regiones insospechadas unos 15 años atrás. El sudoeste bonaerense o el norte cordobés, por nombrar a dos de ellas.
La revolución comenzó en la campaña 2006/07, a partir de una helada que le dejó al ingeniero en un lote de Coronel Dorrego -totalmente marginal hasta ese momento para los choclos-, menos plantas y también le generó en algunos sectores una nueva fecha de siembra por haberle quemado la parte aérea de las plantas. Así fue entendiendo que el cultivo respondía mejor con una menor densidad y también sacándolo de la fecha tradicional de implantación.
El manejo, que además de la densidad y fechas de siembra incluye semillas originales, fertilización ajustada y generación de cobertura, empezó a lograr un maíz rentable en campos con tosca y con veranos poco llovedores.
Las estadísticas oficiales publicadas por la Secretaría de Agricultura marcan el eco que tuvo la propuesta de Thiessen. En Coronel Dorrego, por ejemplo, en la campaña 2006/07 se sembraron apenas 6.500 hectáreas de maíz, el ciclo pasado en tanto, se implantaron 66.400. En Puán, por mencionar otro distrito en el que el ingeniero tiene varios productores que lo consultan, la evolución entre esas campañas fue de 1.500 hectáreas versus 13.000.
Densidad y más
“La densidad fue una de las herramientas fundamentales y creo que el pilar basal para que el maíz pudiera incluirse en el sudoeste aún en zonas muy complejas. A tal punto que si se entiende, si vos querés trabajar con un maíz de 3.500 kilos, es mucho más fácil conseguirlo y más barato que un trigo de 3.500”, dice.
Y explica: “Los trigos de 3.500 o 4.000 kilos en esta zona se dan en años normales a buenos. Pero es mucho más probable lograr un maíz de 3.500. Hay que ubicarlo en una fecha adecuada sin que sufra estrés, usando cobertura, ultrabaja densidad y con algo de fertilización, manteniendo buenos barbechos. Está cambiando el paradigma productivo, más con estos valores”.
“Muchas veces escuchaba que había un ideal de densidad y el ideal lo hace tu clima, tu lote, tu híbrido y fundamentalmente tu fertilización. Es un combo, no existe una densidad ideal. Mi concepto es establecer un rinde objetivo y a partir de ahí buscar las variantes para lograrlo”, indica.
Y argumenta: “Si con un híbrido macollador con 25.000 plantas podes cosechar 10.000 kilos, ¿qué densidad tenemos que manejar para logar 3.500 kilos o 5.000? Es muy interesante ese planteo entonces para zonas con esas aspiraciones, es un negoción”.
En esa búsqueda por levantar los pisos de los suelos más difíciles, Thiessen además de la densidad le metió mano a la distancia entre surcos. “Hicimos siembras de surco por medio, a 1,40 en lugar de 70 centímetros en ensayos, con materiales macolladores y también doble espiga, y con las dos fechas de siembra. Esto para comparar y ver cómo se comportan los dos mecanismos de compensación que tienen los híbridos”.
El ingeniero decidió probar sacando un surco apoyado en que en el sudoeste sobra radiación, pero falta agua. “Cuando usas densidades bajas con un dron te das cuenta que la luz pega en el suelo por todos lados. Entonces, ¿qué ganás sembrando surco por medio, que sería a 1,40? Cuando sembrás 14.000 plantas a 60 centímetros te queda una planta cada un metro, cuando sembrás a 1,40, cada surco te queda con 28.000 plantas, entonces tenés una cada 50 centímetros. El efecto inicialmente sería mejorar la eficiencia de cosecha”.
En este sentido, indica: “Uno de los grandes problemas que se tiene la cosecha con estas ultras bajas densidades es que los puntones maiceros o los cabezales funcionan mejor cuando tienen un mayor flujo de entrada en plantas. Algo que estaría dado con este manejo”.
También sembrar surco por medio permitiría “concentrar más fertilizante en la línea y a su vez mantener más limpio hasta el último momento con la entrada de un mosquito”, explica. “Esto es pensado para una zona donde los límites rindes máximos serían entre los 6 o 7 mil kilos, como algo muy bueno”, completa.
Entonces todo vuelve al principio de la charla, es otro intento para sacarle más jugo a esos sectores del lote o a esos suelos donde hoy no están ofreciendo nada o casi nada. “De eso se trata”, insiste Gustavo con esa pasión que lo diferencia.
Y gracias a la que logró que el maíz se sienta local en el sudoeste.