Cuando todavía no entramos en el período de mayor salida, la cifra registrada hasta la fecha es una de las más altas de los últimos 20 años, tanto en números absolutos como en términos del stock inicial registrado por esta categoría. El análisis del Rosgan
Aún no hemos ingresado el período de mayor salida de vacas y los indicadores de faena muestran cifras muy elevadas en relación al stock. Datos preliminares que surgen de los movimientos de hacienda que publica SENASA en base a los DTe. (Documento de Transito Electrónico) muestran un crecimiento interanual en las remisiones de vacas con destino a faena del 21% en abril, alcanzando un pico de 313.500 cabezas.
Tomando este último dato como referencia de faena, en los primeros cuatro meses del año el total de vacas sacrificadas ascendería a 988.500, unas 220 mil vacas más que las registradas en igual período un año atrás.
Otro dato muy llamativo es la cantidad de vacas que ingresan a sistemas de engorde a corral. De acuerdo a los mismos datos provistos por SENASA, en los primeros cuatro meses del año los feedlots llevan ingresadas unas 136.600 vacas, lo que representa un 45% superior a los ingresos registrados el año pasado, durante el mismo período.
Si analizamos datos mensuales de faena de vacas desde 2001 a la fecha -más de 20 años-, vemos que en promedio el nivel de faena ha fluctuado entre las 120.000 y las 360.000 cabezas mensuales. Los años de menor faena se dieron durante el período 2001-2003 y posteriormente en 2011 tras la fuerte liquidación de los años previos, con promedios de 120 a 150 mil vacas faenadas al mes. En tanto que los años de mayor salida se registraron indudablemente durante los años 2008 y 2009, afectados por la recordada sequía, durante los cuales los meses pico de faena alcanzaron niveles de 350 a 365 mil cabezas mensuales.
Estacionalmente, en un año normal, la faena de vacas registra sus picos durante los meses de mayo a julio y parte de agosto -dependiendo del año-, coincidentes con la temporada invernal donde los campos reducen drásticamente su receptividad.
Analizando la misma serie temporal de 22 años (2001- 2022) obtenemos que la faena del primer cuatrimestre del año explica, en promedio, el 31,4% de la faena anual. Bajo el mismo criterio, el mínimo de la serie para este cuatrimestre, explica el 28,6% de la faena anual, señalando un año que se inicia con una faena lenta (2007) que luego se acelera ligeramente por sobre su ritmo estacional, hacia el segundo cuatrimestre del año. En tanto que, el máximo de la serie para este mismo cuatrimestre se observa en 2010, con una faena que se inicia a un ritmo muy rápido explicando el 36,7% de lo que finalmente termina siendo el número de procesamiento anual.
En el caso de aquel año, la faena de vacas continuó durante los primeros meses con la misma inercia de liquidación de los ciclos previos hasta tanto comenzó a testear la escasez generada por la liquidación, impulsando así un cambio en la fase ganadera que favoreció la retención.
Si bien las restricciones que imperan este año en cuanto a disponibilidad de campos están obligando a anticipar la salida de vacas, también es válido considerar que en varias zonas donde los servicios se han debido extender a causa de este mismo escenario de seca, retirando toros entre 2 y 3 meses más tarde de lo habitual, recién ahora se están realizando los tactos y descartes de vacas vacías.
Por tanto, en la ponderación podríamos incluir tantos factores asociados a salida rápida de hacienda como también causales que indicarían posibles demoras en los refugos de vacas. Asumiendo entonces como referencia un ritmo promedio de salida de vacas, si las 990 mil cabezas remitidas a faena durante este primer cuatrimestre explicaran el 31,4% de la faena total, podríamos estar proyectando una faena anual de vacas en torno a los 3,1 a 3,2 millones de cabezas, similar a la registrada en el año 2009.
De confirmarse este escenario, de los 23 millones de vacas registradas como stock inicial al 31 de diciembre de 2022, este año estaríamos liquidando cerca del 14% del stock, porcentaje que resulta apenas medio punto por debajo de lo registrado en 2009, período tras el cual el stock de vacas reflejó una caída de casi 2 millones de cabezas.
Basándonos en el mismo ejercicio, si lo que vimos hasta el momento no ha sido lo peor y la salida de vacas tendiera a acelerarse aún más durante el invierno, el número final de faena claramente podría ser incluso mayor. Si, por el contrario, el invierno logra transitarse sin sobre exigir los refugos, e iniciada la primavera se produce este ansiado cambio de ciclo que todos estamos esperando, las tasas de faena podrían tener a moderarse, tal como se dio en 2010, y terminar en lo que podría ser un escenario intermedio entre un año promedio y un año de inicio rápido (34% explicado durante el primer cuatrimestre), con una faena anual en torno a los 2,9 millones de cabezas.
Lo cierto es que, más allá de lo que podamos proyectar en estos momentos, la salida de vacas registrada hasta la fecha definitivamente es una de las más altas de los últimos 20 años, tanto en números absolutos como en términos del stock inicial registrado por esta categoría.
Por el lado climático, los diferentes modelos ponderan cada vez con mayor probabilidad un cambio de fase que favorecerá la recuperación de los campos. Desde el plano político, si bien el escenario sigue siendo incierto, ingresamos en un tiempo de descuento que prontamente revelará un horizonte con mayor claridad.
Rosgan