El cordobés Rubén Borgogno siempre estuvo relacionado con el movimiento y hoy es el presidente de la Asociación de Cooperativas Argentinas. Si bien considera que el cooperativismo “es una manera de vivir y la mejor forma de conseguir cosas”, asume que hay mucho por recorrer y mejorar. “Darles más participación a los jóvenes”, “avanzar sobre la tenencia de las tierras”, “aprovechar la cantidad de entidades que hay y la distribución geográfica que tenemos”, tres de los puntos que marcó. En el Día del Cooperativismo, un recorrido por la actualidad del movimiento en el sector
A Rubén Borgogno le brota cooperativismo por los poros. Destila amor y pasión por el movimiento. Hoy es presidente de la Asociación de Cooperativas Argentinas, y con orgullo cuenta que tuvo el honor de presidirla en 2022 cuando llegó al centenario. También está al frente de Cotagro, la cooperativa manisera ubicada en la localidad cordobesa de General Cabrera que tuvo a su abuelo como uno de los fundadores y en la que dio sus primeros pasos como productor de maní e ingeniero agrónomo.
Borgogno se recibió de ingeniero agrónomo a los 23 años y regresó a General Cabrera con la idea de trabajar como técnico en la cooperativa de su pueblo. Pero el gerente de ese entonces, Víctor Bossio, lo paró en seco y le recomendó iniciarse en las juventudes cooperativistas, uno de los puntales de ACA todavía en la actualidad. “Le prestamos mucha importancia, ya que de ahí salen los dirigentes y el sistema se hace grande”, explica.
“Empecé bien de pibe en el movimiento, participando en la juventud de mi cooperativa, y llegué a través de la representación de las juventudes de todas las cooperativas de Córdoba al Consejo Central de Juventudes de ACA; y lo presidí entre 1987 a 1990. Después integré el Consejo de Administración de ACA desde 1999 a 2005, como secretario; también integré el Consejo de Administración de ACA Salud (hoy Avalian), entre 2008 y 2014, los dos últimos años como presidente; en 2017 volví al Consejo de Administración de ACA y en 2021 asumí como presidente”, relata en forma sintética y apretada su vasta trayectoria como dirigente cooperativista.
Con el Día Internacional de Cooperativismo como excusa, el cordobés que considera al sistema cooperativo como “una manera de vivir”, hablará de la actualidad del movimiento, de sus virtudes y también marcará sin ponerse colorado las debilidades y las materias pendientes.
– Empezaste de muy chico, ¿hoy les cuesta sumarse a los jóvenes al movimiento cooperativista?
– No es que a los jóvenes les cuesta participar, sumarse. Yo culpo a los mayores, me incluyo porque voy a cumplir 65 años. Porque sabés las veces que he recorrido cooperativas y me dicen “acá no hay jóvenes”. Mentira, los jóvenes están, pero los mayores no les dan lugar. Entonces, si no les das lugar les es más difícil llegar. Por ahí los que son más corajudos, más impulsivos, llegan. Los otros, los más retraídos, no. En el 90% de los casos sucede eso, no se les da lugar.
– Pero la queja que se escucha es que los invitan a los jóvenes y ellos no se suman.
– No es que los tenés que invitar, les tenés que dar participación, que ellos también puedan estar en la toma de decisiones. Ellos ven la actualidad de otra manera, y no quiere decir que siempre esté bien lo que piensen, pero yo he comprobado que las mejores cooperativas son en las que se comparte la experiencia de los mayores y las ganas de los jóvenes.
– ¿Toda tu vida productiva la hiciste bajo el paraguas cooperativo?
– Así es. En lo que respecta a grano, a maní, nunca hice nada fuera de lo que es la cooperativa. Es porque lo sentí y porque era lo mejor. La compra de insumos, la comercialización, todo. Mi vida toda, no sólo la parte gremial, política, sino lo que es social y económica siempre dio vuelta en el movimiento cooperativa.
– ¿Cuáles son las virtudes del movimiento en el sector agropecuario?
– Entiendo al movimiento como una manera de vivir. Y la mejor forma de conseguir cosas es a partir de la unión con otras personas. En definitiva, no importa el tamaño de cada uno de los que podemos conformar la cooperativa, todos van a tener voz y voto por igual. Esto que te digo no es teoría, te lo digo por la práctica, por lo que me pasó a mí.
– Contame qué fue lo que te pasó a vos.
– Cuando hubo que empezar a industrializar el maní para poder exportar, había que hacer grandes inversiones, y era muy difícil y costoso hacer una planta. Para la cooperativa, para Cotagro, todo el conjunto, fue fácil. No había otra manera de producir maní si no era procesándolo y exportándolo. Y además cuando a mi cooperativa el desafío le quedó grande se pudo apoyar en otra entidad más grande, en ACA, que tenía experiencia en exportación y llegaba a los mercados.
Es fundamental conseguir la fidelización, primero la del productor con la cooperativa, y después de la cooperativa con ACA. Si nosotros ponemos el techo nomás en la cooperativa, después hay que competir con las multinacionales y cada cooperativa por separado no puede hacerlo. Pero si ya vas como ACA, te les ponés a la par.
– En este mundo globalizado y con un sector agropecuario tan competitivo, ¿el cooperativismo todavía es una fortaleza?
– Sí, no tengas dudas, fuimos los primeros que supimos unirnos, hacernos un poco más grandes, globalizarnos. El cooperativismo sigue estando muy vigente y aparte la red que tenemos nosotros es la envidia de cualquier empresa, porque estamos en más de 600 comunidades. Por ahí no aprovechamos todavía completamente la fortaleza que tenemos gracias a la unión de tantas cooperativas en lo que es la ACA. Creo que podemos conseguir muchas más cosas si supiéramos aprovechar el hecho de ser tantas cooperativas y estar tan bien distribuidos en el territorio.
El otro día en una charla Gustavo Grobocopatel dijo que era una pena que el cooperativismo no había aprovechado la fortaleza que tiene de ser tantos y estar distribuidos. Y tiene razón.
– Dame un ejemplo que marque que no lo aprovecharon.
– En la tenencia de tierras, que la estamos perdiendo. Campos que están para alquilar que las cooperativas no los toman, en muchos casos porque no quieren competir con el productor, y entonces los alquilan los grupos inversores, los que llamábamos pooles. Eso yo lo vivo acá en General Cabrera y en tantos otros lugares. Nos dimos cuenta ahora que nuestros productores están perdiendo campos y en definitiva los está perdiendo el movimiento.
– ¿Entonces?
– Entonces hay que estar más alertas y hay que producir cambios. Muchas cooperativas no se querían meter a arrendar para no competir con sus productores, y es un error gravísimo. ¿Por qué no? Estoy convencido de que es beneficioso. La cooperativa los puede alquilar o subalquilar, o hacer explotaciones en conjunto, que muchas lo hacen. Hay que ir adaptándose.
– ¿Tus hijos tienen el mismo sentimiento cooperativo que vos?
– Mis tres hijos -dos varones y una mujer- trabajan conmigo, no fueron parte de la Juventud, que en mi cooperativa funciona desde hace más de 50 años. Ellos se fueron a estudiar y finalmente no pasaron por allí. Ya hace algunos años empezaron a ser parte de la empresa y advierten qué importante que es hacer todo en la cooperativa. Si falta combustible se llama al camión de la cooperativa; si necesitamos plata, se la pedimos a la cooperativa; la producción de granos va a la cooperativa. Es más fácil trabajar así con una sola empresa. Esto no quiere decir que ellos no averigüen precios por otro lado. Yo les digo que si vamos a cada negocio en particular no siempre la cooperativa va a tener el mejor precio o va a pagar el mejor valor del cereal. Pero en la suma de todo eso, en el promedio, no me cabe duda de que conviene. Y están chochos de trabajar así.
Por ahí ellos pretenden cambios, que yo los hice cuando era joven. Uno entra en una situación de confort cuando llegás a la edad mía y no querés arriesgar más. En cambio ellos pretenden seguir ampliando la planta de maní, buscar una nueva unidad de negocios, por ejemplo.
– El socio ya no va a la cooperativa como fuiste vos, ahora el trato es más impersonal. ¿Cómo se logra generar el sentido de pertenencia o la fidelización con el asociado?
– Por eso digo que hay que darles a los jóvenes la posibilidad de que ellos sean parte de la toma de decisiones. Es la manera. Mi abuelo fue uno de los fundadores de mi cooperativa, pero mis hijos ni lo pudieron conocer. Entonces la fidelización no hay que buscarla por ese lado. En Cotagro hay varios consejeros jóvenes que por ahí salen con alguna propuesta “rara”. Y yo siempre digo, analicémosla, no cerremos la puerta sin ver lo que proponen. A veces son cosas descabelladas, pero muchas veces no. Por eso digo que la manera de contar con los jóvenes es dándoles participación.
– ACA en su momento entendió muy bien que era necesario agregar valor a la producción primaria. ¿Cuál es el desafío hacia adelante para mejorar el negocio?
– El gran problema sigue siendo sumarle valor agregado a nuestros granos para no exportar un commodity y también conseguir la unión, porque las cooperativas son cada vez menos. Y que con el tiempo sepamos ver todos los cooperativistas que va a pasar lo que ocurrió en Estados Unidos o en Dinamarca, que a lo mejor ya no tiene sentido tener tantas cooperativas. ¿Hace falta tener 100 administraciones? ¿No podemos tener 30? No quiere decir que vamos a ser más chicos, ni que las cooperativas se tengan que ir de los pueblos o que gente se quede sin trabajo, sino sería centralizar la administración. Y muchas de las cosas que las cooperativas pretenden hacer, hacerlas juntos y también con ACA. ACA Bio es un lindo ejemplo, que está ACA y 60 cooperativas socias.
– Otra vez, dame un ejemplo que podría funcionar como ACA Bio.
– Comprar campo hoy es muy difícil, pero para una cooperativa no sé si le es tan difícil. Si vos tenés 100 socios que están con la posibilidad de invertir en 3 o 5 hectáreas cada uno, entonces la cooperativa puede comprar 500 hectáreas. Hay que tratar de hacer un cambio en los productores agropecuarios porque somos demasiado individualistas, yo creo que los jóvenes no lo son, que van aprendiendo. Entonces por ahí vos podés hacer una compra de algo en conjunto y después hasta de un manejo por parte de una administración única. Y eso replicarlo entre las cooperativas y ACA, y así poder comprar 20.000 o 30.000 hectáreas. Porque el problema ahora es quién se queda con las tierras.