Detrás de todo gran toro hay un gran asesor

Juan García es un apasionado de la ganadería y en el último Palermo se dio el gusto de tener dos animales en la final. El toro de Arandú ganó. “Es un sueño del que todavía no me despierto”, dice. “Es un hijo que se recibió de Gran Campeón”, asegura. El equipo de trabajo y la familia, participes necesarios de los logros

 

Imposible no conmoverse con la imagen de un Juan García quebrado de la emoción abrazando a Batacazo, el toro de la cabaña Arandú que hacía segundos había sido elegido como mejor macho de Palermo. “Lo abrazaría toda la vida. Es un hijo que se recibió de Gran Campeón”, cuenta hoy el asesor tresarroyense, al que todavía se le pierde la mirada allá lejos, como haciendo foco nuevamente en aquella tarde inolvidable del viernes 28 de julio.

“El (por Batacazo) hizo todo. Ese día se alinearon un montón de cosas para que el logro se diera. Te aseguro que si él no quería, no salía Gran Campeón. El jurado tiene un minuto para ver ocho animales, yo tengo que estar lo más lúcido posible para mostrárselo -hay nervios, hay que coordinar los movimientos dentro de la pista-. Nunca noté que el jurado me mirara y eso era mala noticia. Pero evidentemente ya lo tenía elegido, ya lo tenía en la cabeza”, analiza con la tranquilidad que le da saber el final de la película. El final más feliz que podría haberse imaginado.

García participó en Palermo con dos de las cabañas que asesora: Arandú, de Federico Vizzolini; y Don Abraham, de Karen Groenenberg. Y si bien Batacazo obtuvo el máximo premio que había en juego en la raza Angus, también estuvo Micky, un toro junior de la cabaña de Claromecó que se ganó un lugar en la fila final.

“La Exposición de Palermo fue realmente por demás exitosa. Al Gran Campeón Macho de Arandú hay que sumar el Campeón Junior de cabaña Don Abraham, cuyos co propietarios son el Grupo Vila de Mendoza y los productores agropecuarios locales Stornini, Andreasen y Caletti, quienes hicieron una gran apuesta económica al comprar el 50% cuando Micky era muy joven. Apostaron al futuro con un macho que promete mucho”, dice Juan sobre el reproductor que también estuvo en la pista al momento de la definición.

“Tener en la final de Palermo dos machos es un sueño del que todavía no me despierto. Como decimos en el ambiente, ‘es mirarla de adentro, es jugar la final del mundial’. Cuando me dan el Gran Campeón por otro lado no quería perderme qué pasaba con el otro macho, realmente fue muy loco”, recuerda.

Autodidacta

A Juan García le dicen “el especialista” o “el genetista”. Sin embargo, una vez que finalizó el secundario en el Colegio Nacional sólo hizo un curso de inseminación en la cabaña La Legua en Coronel Pringles a fines de los 90, gracias al que formalizó su relación con la mejora genética y la preparación de animales para exposiciones.

“Un genetista es un megaprofesional. Yo soy una especie de coordinador. Me hubiera gustado estudiar veterinaria, pero soy muy limitado, no me daba para los libros. Aprendí mirando, leyendo e instruyéndome con otras personas, con gente que trabajaba muy bien. Y lo que tengo es la posibilidad de ver constantemente una gran cantidad de animales produciendo en distintos sistemas”, aclara.

El tresarroyense autodidacta se transformó desde hace varios años en uno de los asesores más respetados y hoy trabaja en una veintena de cabañas y establecimientos repartidos entre la provincia de Buenos Aires, La Pampa, Córdoba, Mendoza, San Luis, Santa Fe y México. A eso hay que sumarle que, por lo general, en las exposiciones que participan animales de sus asesorados, la vuelta a casa es con premio. Es más, en junio, en la 80ª Expo Angus de Otoño Indoor, las tres cabañas en las que trabaja que dijeron presente lograron una bandera: Arandú, Reservado Gran Campeón Macho Negro; Don Abraham, Mejor Ternero de la Expo; y Los Alfredos (en sociedad con Don Abraham), Tercer Mejor Macho Colorado.

Pero Palermo es Palermo. Y nada se compara con ganar en esa pista.

Equipo y familia

Juan fue el que presentó a Batacazo en la final. También fue quien lo abrazo cuando lo consagraron Gran Campeón. A él le hubiera gusta hubiera estado en la pista todo el equipo de trabajo que puso su esfuerzo y su labor para ganar la bandera.

“Atrás de todo esto hay personas que esos días que fueron de fiesta en Palermo no estaban porque se quedaron en la cabaña trabajando. Esas personas son de las más valorables, son las que el día que nació el Gran Campeón estuvieron para atenderlo, pesarlo, ponerle una caravana y así empezar a soñar”, agradece.

El asesor junto a su mujer Marcela y sus hijas Mercedes, Pilar y Lola. “Imposible todo lo que pasa sin ellas”, reconoce

Y si de soñar se trata, Juan cuenta que “atrás de este Gran Campeón hay 20 años de sueños”. Porque fue en 2003 cuando empezó a trabajar como cabañero, en aquel entonces fue contratado por Juan Ezcurra para desempeñarse en Los Abuelos, la cabaña de Stratum S.A, ubicada en Brandsen. Fue el inicio de su gran recorrido.

“Atrás de un Gran Campeón hay muchísimo trabajo: pensar combinaciones genéticas, fechas estratégicas de servicio, estrategias de manejo, alimentación, preparación… Los animales no saben de fechas festivas, ni fines de semana, ni feriados y hay que mimarlos y entender qué precisan día a día. Creo que el éxito pasa por entenderlos y darles lo que precisan”, explica.

Para el final se guarda un reconocimiento a quienes lo bancan en el día a día. Y también se bancan sus reiteradas ausencias en el día a día (“porque este es un trabajo en el que se viaja muchísimo”). “Todo esto es gracias y responsabilidad del apoyo de mi familia. Imposible todo lo que pasa sin ellas. Mi mujer Marcela y mis tres hijas Mercedes, Pilar y Lola, que desde que fueron bebés estuvieron en el cochecito en las filas de Palermo con los animales”.

Detrás de un gran asesor hay una gran familia.

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