En dos jornadas organizadas en Tres Arroyos y San Antonio de Areco, Nidera Semillas reunió a un importante número de productores y técnicos para analizar cuáles son las decisiones de manejo más adecuadas en el actual contexto climático
“Tenemos que caracterizar los lotes, entender los modelos de respuesta a la densidad y fertilización de cada híbrido y hacer un manejo adecuado de la genética y las tecnologías de procesos. Tenemos la información y las herramientas validadas a campo”, dijeron Ricardo Ollúa, Javier Latorre y Santiago Ferro, de Nidera Semillas, en las jornadas organizadas en Tres Arroyos y en San Antonio de Areco.
El clima y la disponibilidad hídrica son los temas que atraviesan todos los encuentros por estos días. Y en eso se focalizaron las jornadas organizadas por la empresa para disminuir el grado de incertidumbre.
Fernando Ros, especialista en ecofisiología de la Chacra Experimental Integrada Barrow, en la jornada de Tres Arroyos se centró en las particularidades de las estrategias de “manejo defensivo” en maíz en esta zona, que va de la mano de las siembras tardías y las bajas densidades. Para eso es clave entender el concepto de “plasticidad reproductiva” que, en líneas generales, sería la capacidad de un genotipo de acoplarse mejor a ambientes muy variables. “Esto generalmente viene atado a la posibilidad de generar una segunda espiga en la planta que aporta un incremento importante en el rendimiento”, remarcó.
María Elena Otegui, de INTA Pergamino, fue la ecofisióloga que participó de la jornada en Areco. En su opinión, lo peor no es que tenemos niñas a repetición, sino que son de más largo plazo. “Las Niñas tienen efectos más acentuados y los niños son un poco timoratos. No esperemos que las lluvias sean muy importantes”, vaticinó. ¿Y cuál es el impacto? La especialista apuntó que Las Niñas han representado pérdidas de entre un 6% y 7% y los niños una mejora del rendimiento del 10% o más. Entonces, con pronóstico favorable, ¿cuál debería ser el manejo? En maíz, la estrategia está en aumentar la producción de biomasa. Para esto, Otegui destacó la importancia de ajustar la densidad de plantas de acuerdo con la elección del híbrido, las condiciones del ambiente y las fechas de siembra.
“Si se hacen siembras tempranas hay que cuidar las profundidades de siembra y las restricciones asociadas a heladas tardías”, acotó. “En siembras tempranas, si los cultivos arrancan con el perfil cargado -que no es lo que pasa ahora- normalmente llegan bien a floración de agua. Pero si hay deficiencias, éstas penalizan el rendimiento”, agregó.
Yesica Chazarreta, también de INTA Pergamino, sumó otro aspecto a considerar: el secado de los granos. Mientras que para las fechas tempranas de siembra esto no representa un problema, sí lo es en siembras tardías porque luego los cultivos pasan mucho tiempo en el campo perdiendo agua. La especialista compartió datos reveladores: para siembras de octubre se necesitan dos días para bajar un punto de humedad. En noviembre, tres. En diciembre y enero, 4 o 5 días por cada punto. En estos casos se terminan necesitando de 90 a 100 días aproximadamente para bajar la humedad una vez alcanzada la madurez fisiológica.
La nutrición
En San Antonio de Areco, Gustavo Ferraris, de INTA Pergamino, recomendó prestar atención a los ambientes con mayor inestabilidad de rendimiento. En la zona, “con potenciales de rinde por debajo de 8 toneladas, el maíz tardío siempre le gana al temprano. En ambientes con potenciales que van de las 11 toneladas en adelante, las siembras con mayores chances son tempranas, y en ambientes que van de las 8,5 a las 12 toneladas, el nivel de decisión puede ser variable”, expresó Ferraris. También aclaró: “Si el nitrógeno no está bien ajustado podría ser que el maíz temprano no aproveche su potencial y el tardío le termine ganando”.
A la hora de ponderar las decisiones de fecha de siembra, el especialista recordó que una soja sembrada sobre un maíz temprano rinde 140 kg/ha más. Sobre la nutrición, el maíz convive con la necesidad de más cantidad de nutrientes y también variedad. “Hay que medir siempre. El fósforo es clave, pero es una inversión de mediano a largo plazo. Más rendimiento requiere más nitrógeno. Si no hay agua, la eficiencia del nitrógeno cae en picada. La necesidad de zinc está bastante extendida, y de magnesio y potasio, ya se ven carencias”, enumeró para aclarar que este año, por la falta de agua, están encontrando valores altos de nitrógeno en los suelos que van a favorecer las fechas de siembras tempranas.
Para Ferraris, “el retorno de un proceso El Niño puede significar una vuelta a la buena perfomance de las siembras tempranas tradicionales”. El especialista recordó que, en ciclos húmedos, la deficiencia de nitrógeno puede ser la principal limitante a los rendimientos. “Cultivar, densidad y nitrógeno no se mueven en forma aislada y lineal, sino interactuando entre sí”, dijo.
Tras aclarar que en Zona Núcleo pareciera que hay demasiada densidad y poco nitrógeno, recomendó combinar fuente, momento y localización que aseguren mitigar pérdidas por volatilización y lixiviación. También recordó que una adecuada oferta de fósforo siempre contribuye a estabilizar rendimientos -del cultivo actual y de los siguientes.
En Tres Arroyos, Nahuel Reussi Calvo, investigador del CONICET y docente de la Universidad de Mar del Plata, remarcó que la nutrición balanceada empieza en el diagnóstico y monitoreo adecuado. “En la actualidad, el 90% del maíz se fertiliza pero solo el 20% se mide en la foto. O sea que se hace fertilización sin evidencia, sin diagnóstico”, puntualizó.
En cuanto a la demanda, para producir una tonelada de maíz, en la planta tienen que entrar entre 18 y 22 kilogramos de nitrógeno y para que absorba tiene que haber entre 30 y 32 kilogramos de este mineral en el suelo. “El antecesor genera un crédito o una deficiencia de nitrógeno. Por lo tanto, lo que no satisface la demanda con la oferta natural se debe agregar vía fertilización. Es clave la interpretación de la oferta”, explicó.
¿Y el mercado?
Los mercados fueron el último tema abordado en las jornadas. En su análisis, Paulina Lescano les recordó a los productores que hay herramientas para poner pisos de precios en dólares a cosecha y protegerse de caídas y devaluaciones. Además, dijo que a nivel local cada vez es más importante el mercado FOB.
“Nadie puede saber qué va a pasar. El mejor precio es el que le sirve a cada uno”, reflexionó la especialista tras anunciar que muy probablemente en el mundo esta campaña haya más producción de granos, gracias al récord que viene manteniendo Brasil y la espera de una buena cosecha por parte de Estados Unidos.