Agroquímicos: ¿de eso no se habla?

El INTA decidió por el momento no hacer público los resultados que arrojaron las mediciones hechas en voluntarios, animales y medio ambiente como parte de su participación en el Proyecto SPRINT, un programa internacional generado para evaluar el impacto de los agroquímicos. ¿Qué arrojaron las mediciones? ¿Por qué el silencio oficial?

 

El impacto de los agroquímicos en el medio ambiente y en la salud humana es un tema que desde siempre generó una grieta en la sociedad y que nunca fue abordado desde ninguna institución del Estado. En una decisión saludable -nunca mejor usado el término- en 2020 el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria anunció que había sido invitado a participar en el proyecto SPRINT (Transición Sostenible de Protección Vegetal: Un Enfoque de Salud Global), que está impulsado por un consorcio de institutos de investigación europeos. El objetivo, qué ocurre con los productos químicos, fundamentalmente los de uso en el ámbito agropecuario y también en el hogar, en el hombre y en el ambiente y así generar información que permita construir una mejor forma de producir.

En mayo de este año estuvieron listos los primeros resultados de los análisis y mediciones realizadas en voluntarios, animales y viviendas del proyecto, pero esa información nunca vio la luz. Mejor dicho, nunca fue publicada por el INTA. Aunque sí trascendió por otros canales, e incluso fue difundida por el consorcio europeo en una reunión internacional.

Entonces tomo estado público lo que acá se quiso mantener en privado: las mediciones del Proyecto SPRINT resultaron muy críticas para la Argentina.

¿Qué es SPRINT?

El programa consiste en un consorcio de institutos de investigación de 10 países europeos junto a la Argentina, representada por el INTA, y la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) y comenzó a gestarse en 2018. La formalización de la propuesta llegó dos años después en el marco del trabajo que viene desarrollando la Unión Europea (organismo de financiación) para regular el uso de plaguicidas.

Argentina es el único sitio de estudio de caso no europeo y fue incluida porque es el principal exportador de soja para alimentación animal en Europa. Y además se toma como referencia para comparar los resultados entre aquel continente y América del Sur. El Centro Regional Buenos Aires Sur del INTA fue el ámbito de análisis del proyecto, en el área de influencia de dos de sus experimentales: la EEA INTA Balcarce y la Chacra Experimental Integrada Barrow (Tres Arroyos), ambas al sudeste de la provincia de Buenos Aires.

Ver: Una caja de herramientas para evaluar el impacto de los agroquímicos en la salud y el ambiente

“Este proyecto nace porque el uso de fitosanitarios representa un riesgo para la salud humana y ambiental. Los hallazgos de investigaciones recientes sugieren una asociación entre la exposición a algunos fitosanitarios y un mayor riesgo de problemas de salud”, manifestó la profesora Violette Geissen de la Universidad de Wageningen de Holanda, y quien conduce el consorcio. La Doctora Virginia Aparicio de INTA Balcarce es quien lidera el Sitio de Estudio de SPRINT en el país.

Etapas y muestreo

El proyecto SPRINT está organizado en 10 grupos de trabajo que generan información respecto a la distribución de agroquímicos en el ambiente, las plantas, los animales y el hombre en los casos de estudio. El programa consta de una serie de etapas que comenzaron a transitarse en 2020 y finalizarán en 2025.

En Argentina el relevamiento se hizo en noviembre de 2021 y abarcó el sudeste bonaerense (desde Dorrego a Mar del Plata y desde Necochea hasta Tandil); se tomaron 75 muestras ambientales; 180 muestras en 36 animales y 365 muestras en 73 personas.

Respecto a las muestras tomadas para ser evaluadas, en cada establecimiento participante del programa se obtuvieron de suelo, agua, sedimentos, granos, pasturas y animales (peces, ganado bovino para leche, ganado bovino para carne, heces de murciélagos, lombrices, entre otras) y, a todas las personas (productor, vecino y consumidor de alimentos) se les extrajo sangre, se les solicitó una muestra de heces, orina, un hisopado nasal. Además portaron una pulsera para evaluar su exposición a agroquímicos durante siete días.

Las muestras se realizaron mediante un protocolo aprobado por el Comité de Etica de la Investigación del Programa Temático Interdisciplinario en Bioética (PTIB) dependiente de la Secretaría de Ciencia y Tecnología de la Universidad Nacional de Mar del Plata. Y los análisis de muestras se centralizarán en los mismos laboratorios de manera de tener las mismas condiciones analíticas.

Toda la información arriba publicada fue brindada por el INTA a medida que avanzaban las distintas etapas del proyecto. Y técnicos que participaron activamente del muestreo aseguraron que nunca se tomaron tantas precauciones y se cumplieron tantos protocolos en las mediciones y la preservación de lo obtenido en esta experiencia.

Entonces, todo lo que era información que corría con fluidez desde las herramientas de difusión del INTA, en determinado momento se estancó. Fue cuando llegó el turno de dar a conocer los resultados.

Ver: Verónica García Christensen: “Estamos 20 veces más contaminados que los europeos”

Los datos no fueron difundidos hasta ahora, esa es la única certeza. Después hay muchas versiones que rodean a esa decisión. Lo cierto es que de repente, el Instituto puso en duda la seriedad del proyecto por considerar que no era demasiado objetivo ni científico y le prohibió a Virginia Aparicio que revelara lo obtenido en las mediciones.

La ingeniera del INTA Balcarce acató la decisión -indicó que no podía dar declaraciones al ser consultada por La Voz del Pueblo-, pero el 27 de septiembre, en el marco de la Cumbre Científica de la Asamblea General de las Naciones Unidas (UNGA78), se presentaron a través de una conferencia virtual desde Nueva York parte de los resultados de la investigación.

Los datos

A través de su periodista Anabel Pomar, el medio argentino La Vaca siguió esa sesión virtual y comunicó algunos datos allí entregados en más de tres horas de exposiciones. A continuación la síntesis:

  • El total de participantes argentinos presentó un rango de 6 a 13 plaguicidas en orina, un rango de 2 a 10 plaguicidas en sangre y un rango de 0 a 18 plaguicidas en materia fecal.
  • En los ambientes en los que esas personas se mueven a diario, el total de participantes argentinos presentó un rango de 7 a 53 plaguicidas en las pulseras de detección.
  • El total de participantes argentinos presentó un rango de 6 a 22 plaguicidas en la muestra de alimentos.
  • El total de muestras analizadas en Argentina presentó un rango de 43 a 86 plaguicidas en polvo del hogar.
  • El total de muestras analizadas en Argentina presentó un rango de 0 a 8 plaguicidas en grano.
  • El total de animales analizados en Argentina presentó un rango de 1 a 12 plaguicidas en orina, un rango de 0 a 16 plaguicidas en materia fecal.
  • El total de muestras analizadas presentó un rango de 5 a 25 plaguicidas en alimento animal.
  • El total de muestras analizadas en Argentina presentó un rango de 0 a 12 plaguicidas en suelo.
  • El total de muestras analizadas presentó un rango de 10 a 28 plaguicidas en agua superficial (en la zona de trabajo de SPRINT).
El gráfico de las mediciones realizadas en la orina

Los mismos técnicos que confiaron en que se habían seguido estrictos procedimientos y protocolos en los procedimientos como nunca se habían exigido, confirmaron que en el caso de Tres Arroyos hubo voluntarios que trabajan bajo el sistema agroecológico de producción, y que pese a que hace una década no aplican agroquímicos sus muestras y análisis no difirieron de los que si los utilizan. En rigor, entre los voluntarios hay vecinos que no tienen relación directa con la producción agropecuaria y sus muestras arrojaron los mismos resultados.

 

Los resultados de los análisis realizados en materia fecal

 

La palabra oficial (de allá)

Como para aportar mayor confusión a los motivos del silencio del INTA, la agencia oficial de noticias de la Argentina, Télam, entrevistó a la holandesa Violette Geissen, coordinadora del proyecto, quien reveló presencia de agroquímicos en el ambiente, animales y personas. “Las muestras de Argentina presentaron menos variedad de agrotóxicos que las de Europa, pero las concentraciones en el polvo de casas de campesinos y en materia fecal fueron más elevadas”, indicó.

“Lo que observamos es que en Argentina aparecen menos variedad de plaguicidas que en Europa, aunque hay que tener en cuenta que en este país se relevó sólo una zona con pocos tipos de cultivo; mientras que en Europa se contemplaron 10 cultivos (vino, olivas, trigo, etc.)”, comentó.

Resultado global presentado sobre las concentraciones de glifosato en seres humanos. Argentina lidera esa tabla

Respecto de las concentraciones, la investigadora informó: “Encontramos que en los suelos el promedio de Argentina era más alto que el de Europa; en las plantas eran iguales, y en el aire interior y en el agua también eran más altos; en cuanto a los valores en las personas, los plaguicidas en la materia fecal de las muestras de Argentina fueron muchos más altos”.

El silencio

Conocidos estos resultados, La Voz del Pueblo intentó pautar una entrevista con alguna autoridad del INTA. “Por el momento se está haciendo una revisión del procedimiento con otras instituciones. Hasta que no esté ese trabajo terminado no vamos a tener información institucional”, fue la respuesta obtenida.

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A principios de este mes, en el marco del Congreso de Alimentos de la Agricultura Familiar y Economía Social realizado en Paraná, Entre Ríos, según publicó Tiempo Argentino, la licenciada en Nutrición e integrante de la Fundación CAUCE, una ONG ambientalista, le preguntó a Mariano Garmendia, presidente del INTA, los motivos de la no difusión de los resultados. La respuesta: “Había un error inicial del INTA de cómo se abordó el proyecto pero que estamos tratando de subsanar, nosotros tenemos que involucrar sí o sí a los Ministerios de Salud de la Nación, de la provincia de Buenos aires, tenemos que corregir y trabajarlo, en eso estamos en este momento”.

La carta

El silenciamiento de los resultados y la versión aún confirmada de que el INTA se bajaba del proyecto tuvo impacto en los técnicos del INTA que participan y también en los voluntarios que le pusieron el cuerpo al SPRINT. Los primeros no pueden saltar el cerco, los segundos sí. Y decidieron contactarse unos con otros (no se conocían) y 44 de los 73 voluntario resolvieron actuar en bloque y le enviaron una carta al consejo directivo del INTA.

“Queremos expresar nuestra solicitud ferviente para que el INTA continúe su participación en este proyecto de investigación de vital importancia. Solicitamos a ustedes que autoricen la continuidad del proyecto SPRINT en Argentina, bajo la responsabilidad de la Dra. Aparicio, con sede en la EEA INTA Balcarce”, pidieron.

Los resultados que trascendieron del proyecto no dejan espacio para la duda sobre la presencia de sustancias químicas (no siempre relacionadas con el campo) en las muestras tomadas en seres humanos, animales y ambiente. No hay información, en tanto, respecto al efecto que pueden provocar esos volúmenes de agroquímicos en los organismos y el ambiente, como tampoco se explica cómo pesa esa presencia en un determinado lapso de tiempo.

Ese vacío informativo potencia la grieta -esa que está representada entre los que utilizan el término “agrotóxico” y los que emplean “fitosanitario”-, en la “cuestión química”.

La potencia tanto como el silencio del INTA.

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