El último sábado falleció a los 59 años de edad el tesorero del Consejo de Administración de la Cooperativa de Cascallares. Se crio y vivió siempre en su campo de Lin Calel y toda su vida como productor la transitó como socio de la entidad
El pasado sábado falleció Carlos Daniel Hastrup, asociado y tesorero del Consejo de Administración de la Cooperativa de Cascallares, y quien llevaba al cooperativismo y a la entidad en la sangre.
“Desde que nací estoy unido a la cooperativa de Cascallares”, contó con orgullo las veces que fue entrevistado con motivo de celebrarse un aniversario de la institución, a la que se asoció a mediados de la década del 80.
Daniel había nacido hace 59 años en el seno de una familia de productores agropecuarios asociados a la cooperativa de Cascallares. De ellos aprendió cómo trabajar la tierra y cómo comercializar la producción, y también que el sistema cooperativo era la mejor opción.
También heredó la vocación de participar, de ser parte en forma activa. Su abuelo Félix Larsen y su tío Raúl Larsen fueron presidentes de la entidad, Daniel desde hacía 25 años formaba parte del Consejo de Administración: ingresó como síndico suplente, luego fue vocal suplente, después pasó a ser vocal titular y en 2002 asumió como tesorero, cargo que ocupó hasta su fallecimiento.
Hecho a campo
Dueño del establecimiento “Los Montes” en Lin Calel, que anteriormente perteneció a sus abuelos maternos y a su madre Beatriz Larsen, Daniel se crio en el campo. “Para mi familia y para mí, el campo es todo”, repetía.
“Mis abuelos y mis padres me enseñaron a querer la tierra y a trabajarla. Aprendí mucho de ellos, vi el esfuerzo que hicieron. Cuando mis abuelos llegaron a estas tierras no había nada, tenían un pequeño ranchito y nada más. Moralmente sentí que debía cuidar todo lo que ellos habían logrado. Y eso trato de inculcarles a mis hijos”, explicó en una charla con La Voz del Pueblo.
Daniel fue toda la vida productor agropecuario y siempre trabajó dentro del sistema cooperativo. “Para mí el cooperativismo es importante a nivel familiar, es un modo de vivir. La cooperativa cubre una zona muy amplia, pero siempre ayuda a todos los que trabajan directa o indirectamente con ella. Particularmente estoy muy cómodo y muy tranquilo. La cooperativa es parte de mi familia”, aseguró cuando la entidad cumplió 90 años.
Lo enorgullecía ser uno de los pocos productores que todavía vivía en el campo. Pero más orgullo le daba la familia que formó con su esposa Mariela Domínguez, junto a quien crió en “Los Montes” a sus cuatro hijos: Micaela, Julieta, Félix y Verena.
También le generaba muchísima satisfacción la evolución que tuvo la cooperativa. “Muchas veces no nos damos cuenta del crecimiento que ha tenido, lo vemos como algo natural. Pero cualquiera que viene de afuera se sorprende con lo que ha progresado nuestra cooperativa. Y ahí tomamos dimensión de lo logrado”, contó.
“En lo personal, la cooperativa es mi segunda casa. Tengo el privilegio de pertenecer y eso me hace muy feliz”, cerró aquella charla dada en el complejo deportivo de la entidad.
Un cierre muy apropiado también para este recordatorio de un productor que deja un gran recuerdo por su calidad humana en la familia de la Cooperativa de Cascallares.