En los últimos cinco años la Argentina incrementó la tasa de extracción de animales livianos como consecuencia de adversidades climáticas y factores políticos y económicos. Mientras Uruguay, habiendo atravesado la misma seca en 2023, no solo logró reducir la faena total, sino que además aumentó los kilos de carne logrados por res. El informe del Rosgan
La faena de animales livianos se ha transformado en una preocupante característica de nuestro mercado ganadero. Porque más allá de las adversidades que ha presentado el clima en los últimos dos años y que motivó que se sacrificaran vacunos livianos, esta mayor tasa de extracción de animales “flacos”, especialmente en machos, se viene registrando en los últimos 4 a 5 años, según consigna un informe elaborado por el Rosgan.
Las razones que explican esta tendencia son la confluencia de distintos factores tan dañinos para la actividad como las adversidades climáticas: “Falta de previsibilidad para la comercialización a largo plazo, trabas a la exportación -principal demandante de animales pesados- y elevados costos tanto impositivos como financieros que erosionan los márgenes de ganancia y obligan a acortar los ciclos productivos”, consigna el trabajo.
Al revisar la estadística, se advierte que la tasa de extracción de machos jóvenes -esto es la cantidad animales faenados durante un período anual medido sobre el stock inicial de novillitos para ese ciclo- pasó del 65% al 125% en 2022 y 131% en 2023. “Esto implica que, desde 2019, con tasas de extracción superiores al 100%, estuvimos faenando más novillitos que los registrados a inicios del año, lo que supone que estuvimos terminando y faenando terneros destetados durante ese mismo ciclo”, explica el informe.

“Este comportamiento es el que ha estado impulsando la caída sistemática que se observa en el stock de novillos y, en consecuencia, limitando la oferta de carne futura al truncar la posibilidad de obtener más kilos al momento de la faena”, agrega.
“Basta con ver la diferencia de kilos logrados por animal faenado en Uruguay, país con el que compartimos grandes similitudes en cuanto al tipo de ambiente en el que se desarrolla la actividad ganadera. Particularmente el año pasado, habiendo atravesado la misma seca, Uruguay no solo logró reducir la faena total, sino que, a su vez, ha aumentado los kilos de carne logrados por res. De acuerdo con los datos publicados por el INAC, su Instituto Nacional de Carnes, el peso medio de faena logrado en novillos (bajo nuestra clasificación novillos y novillitos) se vio incrementado en unos 7 kilos, pasando de un promedio de 281 kg en 2022 a 288 kg en 2023, con una faena 8,4% inferior”, completa.
En nuestro país, expuestos a un escenario climático similar, la faena de estas categorías aumentó ligeramente, en particular de novillitos jóvenes (+3%), dando como resultado un peso medio de faena que pasó de 247 kilos en 2022 a 243 kilos carcasa en 2023. “Por tanto, terminamos perdiendo unos 3 kilos de producción en el último año, ampliando la brecha contra lo obtenido por nuestros vecinos uruguayos a 44 kilos por animal faenado”.
Significa que si Argentina hubiera trabajado con los kilajes de machos logrados en Uruguay, los 7,33 millones de novillos y novillitos faenados el año pasado nos hubieran aportado un adicional de más 320.000 toneladas de carne vacuna a la producción final.
“El desafío de la ganadería a partir de 2024 pasará justamente por administrar la escasez de hacienda. Indefectiblemente este año sufriremos el efecto conocido como ‘frazada corta’, la aceleración de faena animales livianos que se dio producto de la imposibilidad de continuar las recrías pastoriles sumado a un costo de engorde a corral sumamente elevado, nos llevó a ‘comernos’ parte de la oferta futura; tendencia que, si bien se acrecentó durante el último año, no deja de ser un comportamiento presente en los últimos ciclos que debiera corregirse de modo inminente”, plantea el Rosgan.