El consultor internacional Leandro Pierbattisti advirtió que el sector triguero está atravesando un escenario complicado “porque otros países están compitiendo mejor que nosotros”. El papel crucial que está jugando Rusia en el mercado a partir de una eficiente estrategia comercial que además usa a su favor el cambio climático
El consultor internacional Leandro Pierbattisti disertó a principios de mes en la Mesa Redonda Agropecuaria en el marco de la Fiesta Provincial del Trigo. Fueron muchos los temas que tiró sobre la mesa y marcó varios desafíos que en materia de producción y comercialización tiene nuestro país por delante.
Un mundo sobre abastecido de trigo, con Rusia como un actor predominante en el suministro, con una Argentina que no clasifica por calidad, que posee problemas logísticos y porque los productores suelen desconocer qué tipo de mercadería producen, hacen que el escenario para el cereal se vaya complicando. En una charla con La Voz del Pueblo profundizó algunas de esas cuestiones.
“Yo creo que hay una pérdida de competitividad del trigo argentino, que tiene que ver con que en realidad hay países que están compitiendo mejor que nosotros. Y ese es el caso de Rusia”, aseguró el ex asesor de la Federación de Acopiadores.
“Hoy los exportadores tienen las mismas disponibilidades ajustadas de trigo que hace tres meses. Pero Rusia perdió 40 dólares desde principios de año. Y los perdió porque todo el trigo que tendría que haber exportado hace dos meses, no lo exportó por una intervención puramente de Putin en los mercados”, agregó.
“Lo que está pasando como problema competitivo estructural es que nosotros aprovechábamos la contraestación para salir en diciembre-enero cuando ya el hemisferio norte había exportado seis meses de su campaña comercial. El tema hoy es que Rusia está siendo regular en términos de exportación todo el año”, completó.
A esa estrategia comercial se le suma el cambio climático. “El mar de Azov, que es el mar de agua poco profundas rusas, se está congelando cada vez menos. Y hay condiciones de embarque cada vez más positivas en pleno diciembre, enero y febrero, en pleno invierno de ellos. Lo cual hace que también están empezando a tener embarques en épocas donde generalmente no tenían. Entonces todo conjuga a que Rusia, Ucrania, y los países bálticos estén presentes en el mercado en un momento en el que no deberían estar”, explicó Pierbattisti.
– ¿Cómo se traduce esa participación en el mercado mundial?
– Para nosotros la presión de Rusia es que están con un FOB de 196 dólares, a los que les tenés que agregar 30 dólares de flete para el norte de Africa. Estamos hablando de 227 dólares puestos en puerto. Para ponernos en paridad con este competidor, nosotros le tenemos que sacar un flete de 53 dólares, 63 en el caso de Argelia. Así llegás a un precio FAS de 130 dólares, al descontarle la retención del 12% y el costo de fobbing portuario. Esa es la situación hoy si tuviésemos que vender en ese destino.
– Por suerte seguimos vendiéndole a Brasil.
– Sí, y también les vendemos a destinos que compiten mejor. Pero la situación coyunturalmente hablando está difícil, porque en el precio del trigo hoy no tiene piso. Sumado a que en la Argentina hay un problema macroeconómico al que no escapa el trigo: en la escena local parece un producto caro, para el extranjero debería ser más barato, pero a un productor ya un precio a 180 mil 190 mil pesos la tonelada no le cierra.
Entonces, te encontrás con precios que vos como productor no sos rentable pero a la vez no sos competitivo afuera, y ni hablar de la estructura de costos. Hoy seguimos pensando en una estructura de costos con precios FOB de 300 dólares, pero nos tenemos que empezar a acostumbrar a tener una estructura de costos con precios FOB de 190 dólares, de 110 dólares menos.
– ¿Qué papel juega el Mercado de Chicago a partir de la irrupción de Rusia?
– En realidad el mercado de Chicago es un mercado extremadamente líquido. Son los fondos no comerciales y también los comerciales que trabajan. Lo que pasa es que los comerciales, los que realmente trabajan en el mercado y se cubren en Chicago, se cubren a partir de una estructura mental puramente ligada a lo que es el mercado americano, que consume el 50% de su producción local. Lo que sucede es que ese mercado se adaptaba muy bien cuando Estados Unidos era el primer exportador mundial de trigo y era el que marcaba el paso. Hoy apenas tiene el 10% del mercado mundial y Rusia tiene casi el 30%.
– ¿No hay mercado a término en Rusia?
– Es muy incipiente. Entonces hay un mercado físico enorme a cielo abierto y están habiendo bastantes problemas en términos de fijaciones y coberturas a nivel mundial. Porque estamos mirando a Chicago y la correlación entre tu mercado físico -que no queda en Estados Unidos- y Chicago es cada vez más difícil.
– ¿Qué significa eso?
– Que si haces una mala cobertura, podés tener una mala gestión de seguro de riesgo. Entonces lo que hay que empezar a hacer es desarrollar números nuevos, por eso es interesantísimo también que en la Argentina siga desarrollándose el mercado MatBA – Rofex y que siga teniendo cada vez más peso, sobre todo a nivel regional. Porque necesitamos también una punta de referencia del trigo argentino y también sería una referencia del mercado báltico. Para no quedarnos solamente con Chicago, que tiene señales de precios, si se quiere, exageradas, tanto la suba como baja, con respecto a Rusia. Pero no tiene tan presente la variación del día a día.
– ¿Argentina tiene objetivos claros a la hora de definir una estrategia comercial para su trigo?
– Hoy no. Creo que lo que tenemos que hacer, y eso corre no solamente para el trigo sino para todos los productos, es contar con un plan estratégico, con una planificación a 5 o 10 años, sobre qué tipo de producto queremos sacar al mercado. Y para eso primero tenemos que saber cuál es nuestro mercado o qué tipo de mercado queremos.
Argentina le vende tanto a mercado público como a mercado privado. Y son totalmente distintos. El público es un mercado que el que te compra no tiene la menor idea de lo que es moler trigo. Tiene una responsabilidad funcionario-público- político. Después están los mercados privados, donde el comprador te dice “vos me tenés que entregar lo que pactamos”. Entonces, en función de la repartición que vos haces de esos mercados, es qué tipo de producto vas a tener.
– ¿Para definir esos mercados se necesitaría al interacción público-privada?
– Tiene que haber una aparcería público-privada para que el Estado sea el orientador de ciertas cuestiones que el sector privado no puede resolver. Pero eso no significa que se sea intervencionista. Una cosa es la regulación, otra cosa es el intervencionismo. Acá se trata de tener un marco regulatorio que permita desarrollar el mercado. En todos los países donde se desarrolla el mercado es donde hay marcos regulatorios.
– ¿Por ejemplo?
– El caso de Turquía con el trigo candeal. Están invadiendo el mundo con su candeal y es por múltiples razones. Primero porque se les paga la calidad a los productores, hay primas importantes respecto al trigo pan. Por eso aumentaron un 30% el área en los últimos tres años.
Segunda cuestión, antes de la prima, hay una señal de precio clara. En el sentido, los industriales te dicen “yo quiero que vos produzcas tal o tal cosa”. En contrapartida van a ir variando año tras año las primas. Y otra cosa, hay un marco regulatorio fomentado por el Estado donde hay precios incitativos.
– Volvemos a Brasil, ellos sí tienen un plan estratégico.
– Lamentablemente para nosotros y felizmente para Brasil, hay un gran corte neto entre el Estado y el gobierno. Es decir, en Brasil no cambia cada cuatro años el Estado como acá. El Estado es una cosa y el gobierno es otra, entonces lo que sucede en Brasil es que primero hay un plan estratégico y hay objetivos que no se modifican por el cambio del color político.
Yo alerto que, como parte de ese plan, hoy Brasil tiene otra fuente de aprovisionamiento de trigo también. Obviamente que le va a seguir comprando trigo argentino. Y obviamente que Brasil ni siquiera quiere ser autosuficiente al 100%, porque en un país de 9 millones de kilómetros cuadrados es muy difícil tener trigo en todos lados. Pero lo que quiere Brasil es exportar más y comprar mejor.
– ¿Qué significa para nosotros?
– Que el trigo de acá a 10 años que le compra a la Argentina no va a ser el trigo que vos quieras colocar a partir de julio. Va a ser un trigo preciso, específico. Y siento que el sector triguero no se está preparando para eso. Por eso me parece sano hablar de competitividad. De hecho algo que me sorprendió en la campaña electoral pasada es que no hubo una sola palabra respecto a la competitividad. Se habla de liquidación, que entren los dólares como si el exportador tuviese un Banco Central.
Para que ingrese un dólar a la Argentina tenés que vender un producto, y eso significa que un comprador te elija a vos por sobre los 15 competidores que tenés. ¿Eso por qué? Porque consideró que vos sos más competitivo.
– Se repite que hay que mejorar la calidad de nuestro trigo. ¿Eso es determinante?
– Cuando hablo de falta de competitividad no significa que la Argentina no tenga buena calidad. Es decir, una vez más, no se trata de decir que hay que mejorar la calidad. No sé si hay que mejorarla o no. El año pasado, por ejemplo, nos sobraba gluten y en realidad la calidad había que empeorarla. Te hubieran pagado más por un trigo 20 de gluten que de 28.
El mercado es muy cambiante. Lo que no tiene que cambiar es tu visión. Un plan es eso.
– Otra frase muy escuchada es que los precios altos se arreglan con los precios altos.
– Con Putin no funciona esa frase. Resulta ser que es un país que ahora está en 92 millones de toneladas de producción, llegó a 105 el ante año pasado, y van por más o menos un piso de 100 millones de toneladas. Estamos hablando de 50 millones de toneladas de exportación anual.
Ahora, si se quedan solamente en Africa, bueno, pero si vienen a México, a Perú, a Brasil, si se empieza a meter por la ventana en tu propio mercado, me parece que es para tomarlo de manera seria.
Insisto, estamos en un mercado cada vez más complicado por el protagonismo de Rusia, que está en un mercado donde se compra y vende libremente, pero donde hay una presencia del Estado extraordinaria en la logística portuaria y ferroviaria. Y los precios mismos sostén que se les da a los exportadores vienen del sector público. Entonces nos estamos enfrentando a una competencia que hasta es nueva en ese aspecto.