En el este la soja encontró su Norte

En Tres Arroyos y su zona de influencia el cultivo tuvo una cosecha muy dispar y marcada por cómo se comportaron las lluvias. En general, los rendimientos fueron mejorando de oeste a este, teniendo malos resultados de Tres Arroyos hacia Dorrego y entre normales y buenos hacia San Cayetano. La situación se dio tanto para las sojas de primera como para las de segunda

Está casi finalizada una cosecha de soja en la que por cómo vino el verano, el comportamiento de las lluvias fue el factor más determinante. Es difícil ponerle una etiqueta general a la campaña, pero en un análisis de trazo grueso se puede decir que en Tres Arroyos y su zona de influencia, haciendo un barrido de oeste a este fue mala, normal y buena. Teniendo los resultados más flojos hacia Dorrego y los mejores hacia San Cayetano.

“Se trató de una cosecha con resultados muy variados, no solo con rindes dispares según zonas sino también entre lotes. En soja de primera hubo rendimientos desde los 1.500 kilos por hectárea a 3.300, y no en relación directa con el ambiente sino por cómo llovió”, explicó el ingeniero Pablo Errazu.

“En soja de segunda se dio algo parecido, los rindes fueron muy variables, con un rango entre los 500 y los 2.500 kilos por hectárea”, agregó el presidente del Centro Regional de Ingenieros Agrónomos de Tres Arroyos.

“Fue dispar según zonas de acuerdo a cómo fue lloviendo durante el verano, que eso fue algo que se dio también en girasol y está pasando en maíz. Entonces, según cuándo se dieron esas precipitaciones los rindes fueron favorables o no”, coincidió el ingeniero Rubén Caro en el análisis.

“Tenemos zonas donde la soja de primera dio 3.000/3.2000 kilos y zonas donde anduvieron en 1.800/2.000, y menos también, caso de Copetonas, Aparicio, que hubo lotes de 800 kilos y otros que ni siquiera se levantaron. Y en soja de segunda, también fue de acuerdo a la zona: por ejemplo en San Mayol y Ochandio tenés sojas de 900 kilos, y en otras zonas ni nació o tampoco se levantaron”, completó el asesor de la Cooperativa Alfa.

Oeste/este

El ingeniero Luciano Piloni armó el mapa imaginario de lo que fueron los rindes para hacer hincapié que hubo una tendencia bien marcada sostenida fundamentalmente, tal analizaron sus colegas, por cómo se comportaron las lluvias. “Tanto en soja de primera como de segunda se respetó un gradiente de sudoeste a sudeste o de oeste a este, que fue como se dieron las precipitaciones”, planteó el asesor titular de AiAgro.

“Entonces, en la zona de Cascallares fueron muy bajos los rendimientos, tanto sojas de primera como de segunda, estuvieron un 50% abajo del promedio. Y cuando empezás a subir a Tres Arroyos y te vas para la costa y para el lado de Energía, los rendimientos van mejorando. En la zona de San Mayol, El Triángulo, San Francisco, El Carretero, las sojas de primera dieron un entre un 10 y un 15% más de los promedios, con lotes de 3.500, 3.600 y 3700 kilos”, completó.

Desde el departamento agronómico de la Cooperativa de Cascallares, que tiene bajo su órbita gran parte de la zona que peores resultados tuvo durante la campaña, hicieron un detallado análisis de lo que dejó la cosecha. “En nuestra zona se registró un promedio de 1.700 kilos por hectárea para soja de primera y por debajo de los 1.000 kilos para la soja de segunda. Los rindes en soja de primera han tenido un rango de variabilidad muy importante, con extremos desde 400 kilos a más de 3.000”, indicaron los ingenieros Jorge González y Carlos María Mendiberri.

¿Cómo explicar tanta variabilidad? “La soja es muy dependiente de las lluvias que recibe durante el periodo de formación y llenado de grano. En nuestra zona las lluvias de verano fueron escasas, espaciadas en el tiempo y a su vez mal distribuidas, en algunos lugares llovió y en otros no, inclusive dentro de un mismo campo”, argumentaron los técnicos.

“Cuando uno analiza que en marzo pasaron más de 20 días sin precipitaciones, altas temperaturas y vientos fuertes y constantes, el potencial de rinde disminuyo al menos un 20% en los mejores lotes y mucho más en lotes someros, donde comúnmente el relieve, profundidad efectiva y el tipo de suelo suelen ser limitantes”, agregaron.

Para graficar aún más la variabilidad en el rinde, mencionaron que “un lote con área de productividad alta, el rinde llegó a 3.000 kilos por hectárea, pero en ese mismo lote con área de productividad baja el rinde no llegó a 1.000 kilos, determinando un promedio más o menos razonable de acuerdo a la participación en porcentaje de cada área productiva”.

Revisando los datos que dejó la trilla en los campos de socios de la Cooperativa Agraria de Tres Arroyos, el ingeniero Gonzalo Rodera indicó: “Fue una cosecha normal, se esperaban, en general, 300/400 kilos más por hectárea por cómo estaban los cultivos, tanto de primera como de segunda”.

En cuanto a promedios, “en soja de primera hay que hablar de 2.000 kilos, porque tenés muchos lotes de 1.500, otros de 2.700 y alguno de 3.500 kilos. Todo de acuerdo a las lluvias que les cayeron”, dijo.

“Para la zona más castigada, como Copetonas, Oriente, los rindes fueron un desastre, hubo lotes de 400, 600 y 800 kilos”, agregó el asesor de la CATA.

Parado justamente en el otro extremo de la región que mencionaba Rodera, el ingeniero Martín Lanceta, perteneciente a la Chacra Experimental Integrada Barrow y quien está cargo de la Agencia del INTA en San Cayetano, definió a la cosecha como “normal”. “Para esta zona fue un año bastante bueno, se registraron rendimientos de sojas de primera entre 2.000 y 3.000 kilos. En cuanto a sojas de segunda, tenés de todo, en función quizá del paquete tecnológico aplicado. Se dieron rendimientos de 1.300, 1.600 y 1.900 kilos”, manifestó.

Claro que también hubo zonas grises, que alternaron rindes buenos y flojos, fundamentalmente los campos someros. “Hacia Chaves y parte de San Cayetano, fue una mezcla, donde los lotes que agarraron un poco de lluvia anduvieron bien, y a los que no les cayó ningún chaparrón, anduvieron mal”, comentó Piloni.

Otros factores

En el caso de las sojas de segunda, hubo una marcada diferencia a favor de los lotes hechos sobre cebada respecto a las sembradas sobre trigo. “Y también se dio la particularidad que muchas se sembraron temprano, el 10, 11 y 12 de diciembre, y esas sojas rindieron entre un 20 y un 30% más a los promedios”, aportó Piloni.

Los ciclos también fueron un punto de diferenciación. “En lotes pegados, los ciclos más largos rindieron 500/600 kilos menos que los cortos. Hablamos de siembras de entre el 15 y 20 de diciembre”, explicó Errazu.

“Con ciclos más largos cosechamos 1300/1500 kilos, y lotes pegados, con ciclos más cortos, 2000/2300 kilos. Aunque el otoño fue bueno, los cultivos en general tuvieron un par de períodos de estrés, uno la primer quincena de enero y el otro en marzo”, completó el presidente del CRIATA.

“Generalmente las variedades de ciclo largo en soja te permiten prolongar más la floración y llegar a marzo todavía con flores y capacidad reproductiva. Pero como nunca llegó la lluvia, los cultivos consumieron más agua que los ciclos cortos”, se sumó el ingeniero Mendiberri.

“Los ciclos cortos, en general, anduvieron igual o mejor que los largos en las zonas donde el agua fue limitante, que fue en la mayoría”, agregó para finalizar el panorama sobre una cosecha en la que la región mostró dos caras bien diferenciadas.

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